
La herramienta fue la poesía. Allí Antun comenzó a escribir sobre los anent, plegarias que los abuelos cantaban en las huertas, cuando tumbaban un árbol o cuando iban a las cascadas y la selva. Todo en lengua materna y con traducciones al español. “Es lo más cercano que puedo hacer, no es exactamente como lo digo en shuar, no es literal. Es un aproximado del shuar”, explica. Los anent no son lo único, la flora y fauna de la selva también son tópicos que inspiran a la poetisa. La espiritualidad también tiene su espacio, arista que aborda con seriedad cada vez que tiene un sueño. “Hace unos meses me fui a Taisha y traje un cangrejo grande al riachuelo para que se reproduzca. Ese día soñé con él y me dijo: ‘Yo soy tu abuela, por qué me has traído tan lejos, yo quiero regresar a mi casa’, entonces sueños como estos me inspiran para hacer poesía. Son cosas de mi pueblo”, afirma.

Para cada charla o entrevista Raquel Antun viste su traje shuar
Fotografía de Captura de pantalla
En la historia, el pueblo shuar se caracterizó por ser de caracter guerrero, los conflictos eran entre tribus y la solución era un duelo entre los jefes. El derrotado, era decapitado y con la cabeza se realizaba la tsantsa, ritual donde la piel se separaba del cráneo y se reducía el tamaño. Además la boca se cosía y la nariz se tapaba para que no se escapara el espíritu del vencido, un proceso que catalogó al pueblo originario con la estampa de primitivos o salvajes. Raquel Antun cuenta que hoy la guerra está en otro frente y los enemigos son las compañías mineras y petroleras que se han instalado en la provincia de Morona Santiago, al sureste de Ecuador. La situación tampoco le resulta indiferente y ha sido un tema que también ha abordado en los poemas escritos. “Es una lucha constante. Yo, a través de mi poesía, puedo decir mucho de la lucha de las mujeres y hombres del pueblo shuar en contra de la minería y las compañías petroleras”, confiesa.
Mientras la pelea contra las mineras es una batalla aparte, la lucha principal de Raquel Antun es para que se difunda la lengua shuar y que el pueblo pueda perdurar. Con la poesía no solo busca dar a conocer el pensamiento, también quiere motivar a los jóvenes para que aprendan a escribir y leer en su lengua materna, la fórmula: si yo puedo, tú también puedes valorar tu cultura y hacer cosas diferentes. “Hay algo que falta, no hemos creado dibujos animados y canciones en nuestro idioma. Hay que ver qué jóvenes hacen eso, necesitamos más jóvenes. Son la esperanza, ellos son los que van a seguir pasando nuestros conocimiento de generación en generación”, admite y de paso culpa a influencias extranjeras, como el K-pop, que provoca un desinterés de la juventud por la cultura propia. La escritura de una novela es otro de los proyectos que la mantienen ocupada, un genero literario diferente pero que persigue el mismo propósito. “Es una situación donde los pájaros cantan cuando va a haber verano por ejemplo y cuando los shuar lean la novela digan: “¡Ah! Este pájaro se llamaba tal y no sabíamos que era el que anunciaba el verano por ejemplo”, cosas así. Es todo lo que es nuestro, que es importante y la gente está olvidando”, adelanta sobre el proyecto que aún no tiene fecha de término.
En dos terrenos ocupa gran parte de su tiempo. El que está cerca de Macas donde vive con su familia —esposo y tres hijos— y una finca alejada de la urbanización rodeada de árboles de papaya, cañas de azúcar y un gallinero con pollos y patos. Ahí también tienen una vivienda shuar de madera y techo de paja con un fogón que tratan de mantener encendido día y noche. En ese lugar Raquel Antun guarda su atuendo shuar, un vestido azul que utiliza para cada ceremonia importante. Con él asiste a charlas, eventos y da las entrevistas. La vestimenta se complementa con aretes de flores, collares y pulseras rojas mientras que el rostro se lo pinta con tinta extraída del achiote. “Ahora en el pueblo shuar no vestimos nuestro traje típico, pero siempre en los eventos importantes tengo que llevar mi traje típico para no olvidar quien soy y para identificarme y que no se pierda nuestra vestimenta”, reflexiona. Una perforación arriba del mentón sobresale de la piel de la poetisa. Explica que antes las mujeres se colocaban una madera y, el orificio, simbolizaba el crecimiento de niña a mujer. Cuenta que una de sus hijas pronto cumplirá ese proceso. La joven también pasará por el ritual que culminará con una fiesta donde los invitados brindarán y comerán.

Con el achiote se extrae el rojo con que los shuar se pintan el rostro
Fotografía de Captura de pantalla
Con la vestimenta no es suficiente. Reconoce que si la persona no habla el shuar chicham, tampoco entenderá la importancia de cada prenda y se perderán las piezas de una identidad para terminar en un futuro que Raquel ya visualiza: “Si nos perdemos como pueblo o nacionalidad, también se pierde todo, entonces solo nos van a conocer en los grandes museos y bibliotecas que ellos fueron los shuar”. Una de las estrategias que emplea es hablar en la casa con su esposo para que sus hijos entiendan. Afirma que no solo aprenden palabras imposibles de traducir o diálogos que un extranjero no entenderá, también serán visiones y pensamientos que resistirán una extinción o las flechas que en un momento ella traspasará a otra persona.
ES VERDAD RAQUELITA LAS MUJERES SHUAR SOMOS CAPACES DE SOLVENTAR LAS BARRERAS MAS GRANDE QUE EXITE EN EL MUNDO EXITOS AMIGA SIGA ADELANTE SHUAR NUAKA KAKARMAITJI EMKATA IKIAKAJME
SOY RUBEN DARIO MORA VENEZOLANO ANTROPOLOGÍA AUTODIDACTA
ENTRE 1997 AL 2.0OO TUVE EL GRAN HONOR DE VIVIR EN ECUADOR.
Y CONTAR CON LA VALIOSA AMISTAD DE ESTA GRAN MUJER RAQUE ANTUN.
ELLA NOS HABLABA, ALLÁ EN MACAS DE TRASCUTUCU SU PUEBLO NATAL.
DE SUS LUCHAS EN LA CASA SHUAR DE SUCUA,
SUPIMOS DE SUS VIAJES A DINAMARCA EN REPRESENTACIÓN
DE LOS PUEBLOS NATIVOS DEL AMAZONAS.
A ESTA MUJER ENVUELTA EN LA MAGIA Y ENERGÍA SAGRADA DE LA SELVA
NUESTRO RESPETO NUESTRO RECONOCIMIENTO ANIMO Y VALOR ADELANTE
RAQUELITA NO DEMAYES SU AMIGO POR SIEMPRE,
RUBEN DARIO M.