FUERA DE RUTA
Señardá
Alejandra Gayol

Todos añoramos la tierra donde crecimos. Incluso estando en ella, la nostalgia nos conduce a otros tiempos, a otras personas. La añoranza es un sentimiento universal que se presenta con diferente nombre en distintas lenguas, y que nos demuestra que somos lo suficientemente iguales para comprendernos y lo necesariamente diferentes para no olvidar de dónde venimos. En el occidente de Asturias, la fala, lengua originaria del lugar, no siente nostalgia, ni añoranza, sino señardá…
A señardá apestaña na lluz d’un faro novo y se calece na pedra d’un faro veyo. N’aspuma d’un golpe de mar que chega a un porto cuasi encoiro. Enrocha entre os chicotes sin pidir auxilio, pos a súa naturaleza e sentirse afogada.

A señardá parpadea en la luz de un faro nuevo y se calienta en la piedra de un faro viejo. En la espuma de un golpe de mar que llega a un puerto casi desnudo. Se enreda entre los cabos sin pedir auxilio, pues su naturaleza es sentirse ahogada.

Faro viejo de Ortigueira
Fotografía de Alejandro González Amador
A señardá  ule a ouca mareada, a terra enchumazada y a café mouro. Ule a cocía de carbón d’inverno, a fumo cedo de chiminía. A patacas y rabizas d’un horto que hoi xa se volveo cemento.

A señardá huele a las algas mareadas, a tierra mojada y a café negro. Huele a cocina de carbón de invierno, a humo temprano de chimenea. A patatas y verduras de un huerto que hoy ya se volvió cemento.

A señardá fai camíos sobre os pes del tou padre, respira col peito da túa madre, y mira cos oyos dos tous bolos. Rise coa a sonrisa d’esa hermá que ta llonxe, y xuga cun hermao que te deixou antes de tempo.

A señardá hace caminos sobre los pies de tu padre, respira con el pecho de tu madre y mira con los ojos de tus abuelos. Se ríe con la sonrisa de esa hermana que está lejos, y juega con ese hermano que te dejó antes de tiempo.

A señardá manga fruita d’un vecín, tropeza entre camíos de gouños y pedras, chumbia na praya y cortexa nas festas del poblo.

A señardá roba fruta del vecino, tropieza entre caminos de piedra, se baña en la playa y corteja en las fiestas del pueblo.

A señardá lleva na cachola barreñois de pexe y de lleña. Escuita como chove nos llouxaos de pedra. Repousa os brazos nos corredores de madeira y atanigase núa silla del patio.

Mujer mirando una fotografía del puerto de Ortigueira de hace más de 50 años

Fotografía de Arantza Heredia

A señardá lleva en la cabeza cubos de pescado y leña. Escucha la lluvia en los tejados de piedra. Reposa sus brazos en corredores de madera y se tambalea en una silla de un patio.
A señardá nun entende d’estaciois. Estragalla a nebla d’un outono pechao. Calece úa nevarada d’inverno. Xela, con un renembrando, úa mañá de verao, y dibuxa praos desertos de frores en primavera.

A señardá no entiende de estaciones. Dispersa la niebla de un otoño cerrado. Calienta una tarde nevada de invierno. Enfría, con un recuerdo, una mañana de verano y dibuja campos desiertos de flores en primavera.

A señardá volve teso el corpo d’un marinero que deixa os recordos nel llar. Deitase entre as sábanas dúa cama, unde durme sola úa muyer que nun ten tempo a deixar a casa.

A señardá vuelve inerte el cuerpo de un marinero que deja su recuerdo en casa. Se acuesta entre las sábanas de una cama, donde duerme sola una mujer que nunca tiene tiempo para salir de casa.

A señardá colga dúa parede, é un retrato. Úa cara xa desfigurada. Ua gaita deshinchada y úa guitarra coas cordas rotas.

A señardá cuelga de la pared, es un retrato. Un rostro ya desfigurado. Una gaita deshinchada y una guitarra con las cuerdas rotas.

Babel, escritor en lengua fala, sentado en el puerto de Ortigueira

Fotografía de Arantza Heredia

A señardá volvese inmmadura entre ataques de tristeza y alegría. Entollece cos bous momentos y resinase co’ aquellos que nun pode esqueicer.

A señardá se vuelve inmadura entre ataques de tristeza y alegría. Enloquece con los buenos momentos y se resigna con aquellos que no ha podido olvidar.

A señarda é el fougo qu’encende el peito de quen vivió nel exilio. Nun perde a memoria nas cunetas, renembrando a os desaparecios.

A señardá es el fuego que enciende el pecho de quién vivío en el exilio. No pierde la memoria en las cunetas, recordando a los desaparecidos.

A señardá fraquea ante a súa llingua materna, a qué ye deo vida. Desfaise en sentimentos del sou falar que nun se poden despegar del ánima.

A señardá se rinde ante su lengua materna, quién le dio la vida. Se deshace en sentimientos monolingües que no se pueden despegar del alma.

A señardá hoy esmólese. Nun quer ser “anhelo”, nin “nostalgia”. Nun quer “echar de menos” nin “echar en falta”

A señardá hoy vive preocupada. No quiere añorar, ni ser nostalgia. No quiere echar de menos ni echar en falta.

A señardá pérdese sin a fala. Si outra llingua bautizala con outro nome, nun se reconocerá, y esquiceiranse os recordos d’un poblo que devece sentirse vivo.

A señardá se pierde sin la fala. Si otra lengua la bautiza con otro nombre, no se reconocerá, y caerán en el olvido los recuerdos de un pueblo que añoró sentirse vivo.

Faro de Ortigueira

Fotografía de Arantza Heredia

2 Comentarios

  1. Lydia Rodríguez

    Precioso, compañera… Qué ganas de descubrir más sobre esta preciosa lengua

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  2. Magdalena Cerdeira

    Un artículo excelente. Todas las lenguas son únicas. Y cuando como ahora lees sobre la tuya a señarda e muita. Te identificas de inmediato con tus orígenes y a través de este artículo muy orgullosa. Muchas gracias viajera.

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