Profanación -Muxuk Maya Q’eqchí
Fotografía por
Steve Richards
Para conseguir su objetivo, las mujeres indígenas tuvieron que agruparse y animarse a hablar. En 2009, tres organizaciones (UNAMG, ECAP y MTM) se unieron para formar la “Alianza rompiendo el silencio y la impunidad”, un espacio de acompañamiento a las víctimas en el ámbito penal. Tras años de trabajo recogiendo testimonios, haciendo labores de educación en las comunidades y apoyando a las mujeres indígenas, consiguieron llevar a las cortes el caso de Sepur Zarco.
En 2011 se abre el juicio oral. Quince mujeres acuden a testificar ataviadas con un perraje, una colorida manta de algodón con motivos típicos de la comunidad. Ocultan su rostro por miedo a represalias. Escuchan los testimonios de los dos principales acusados mientras mujeres de su comunidad lo traducen a lengua q’eqchí. Llega la hora de declarar, y a pesar de los problemas lingüísticos, por primera vez las mujeres q’eqchí son escuchadas.
La antropóloga argentina Rita Segato, una de las principales impulsoras de la demanda comenta en una entrevista en Página 12: “Es evidente que la violencia no pasa de los hogares campesino-indígenas a la guerra, como ha sido, en general, la lectura eurocéntrica y en especial de la cooperación española. Y sí, en cambio, de la guerra a los hogares. Al punto que no existe en lengua maya q’eqchí, y en general en las lenguas mayas, ninguna palabra para “violación”. Por eso quedé perpleja cuando mi tesis fue respaldada por el peritaje lingüístico. Cuando las mujeres empezaron a contar lo que les había sucedido no tenían léxico, no tenían en su lengua ningún término para el acto de violación, y la palabra que usaron, lo más próximo que encontraron es la palabra maya para “profanación”.
Y se hizo justicia. En febrero de 2016 el coronel Esteelmer Francisco Reyes Girón y el excomisionado militar Heriberto Valdez Asij fueron declarados culpables y condenados a 120 y 240 años de prisión respectivamente. El caso Sepur Zarco, ha sentado precedentes ya que es la primera vez que en Guatemala se ha juzgado un caso de violencia sexual durante un conflicto armado. A su vez, es la primera vez que la esclavitud sexual se ha llevado a juicio en el mismo país donde fue cometido.
Para que el triunfo perdure la sentencia será traducida a las 24 lenguas mayenses y la lucha de las mujeres de Sepur Zarco se reflejará en libros escolares, documentales y monumentos. Sin embargo aún queda mucho por hacer. Guatemala sigue ostentando la tercera tasa de feminicidio más alta del mundo por detrás de El Salvador y Jamaica. El camino es largo, pero en el futuro conseguiremos que ninguna mujer más sea profanada.