EL VIAJE
Luchar por el territorio de Banumil a Wallmapu
Idoia Olaizola

Banumil significa tierra en lengua tzotzil. Este pueblo habita en el estado de Chiapas, al sur de México. Es una de las zonas más ricas en agua del país y fue el lugar en el que la compañía Coca-Cola decidió instalarse en 1994 para tomar sus recursos y así abaratar su producción. Tras más de 20 años de “convivencia”, la mayor parte de los chiapanecos ha visto cómo sus pozos se han secado, y cómo la empresa ha vuelto adicta a casi todos sus habitantes, invadiendo tanto el espacio físico, con multitud de puestos de venta de la bebida en todo el estado, como el espacio espiritual, pasando a formar parte de su día a día y de sus ceremonias religiosas. En el otro polo de Abya Yala, en la Patagonia argentina, el matrimonio mapuche Nahuelquir-Curiñanco decidió volver a ocupar las tierras de sus antepasados, que la empresa italiana Benetton compró de forma aparentemente fraudulenta. Tras años de lucha no violenta, consiguieron ganar la pelea y recuperaron una parte de su mapu, o tierra. Sin embargo, fue solo una pequeña batalla, pues aún queda mucho por reconquistar.

La tierra es sagrada para los pueblos originarios. No entienden su propia existencia sin la existencia de su territorio. No es un ente extraño, ajeno; es su madre, forma parte de ellos y de su realidad. Por eso, la cuidan y la intentan librar de los invasores que se quieren apropiar de ella. Porque no se trata solo de perder una extensión de terreno, perder a su madre implica también perder su cultura, sus costumbres y su lengua. Las luchas por el territorio ancestral se suceden en todo Abya Yala. Los pueblos originarios se enfrentan a poderosos contrincantes encarnados en la piel de multinacionales, madereras, hidroeléctricas o empresas mineras. En ocasiones se acercan a los pueblos con bonitas palabras y falsas promesas, como el lobo del cuento que acechaba a los cerditos en su hogar. En otros casos, el lobo sopla con todas sus fuerzas e intenta arrebatar las tierras sin preguntar. Es una práctica común, de norte a sur del continente. En Guatemala los pueblos mayas batallan contra los cultivos extensivos de palma africana o caña de azúcar. En la película peruana Hija de la Laguna, Nélida denuncia el intento de una empresa minera de expulsar de su hogar a ella y a su familia, y la importancia que tiene para su comunidad el agua que les intentan robar. Pero son solo dos ejemplos de todas las luchas que se libran en el continente. Las batallas son largas y arduas, pero hay algunas que acaban siendo fructíferas, animando así al resto de contendientes a concluir su meta.

Las ovejas salen a pastar a diario en las casi un millón de hectáreas que tienen a su disposición en la Patagonia argentina. El clima es frío y árido, pero ellas se alimentan ajenas a las condiciones meteorológicas. Tampoco saben que su lana servirá para enriquecer a una de las mayores empresas italianas del mundo. Desconocen también, que pastan territorios que no pertenecen a sus dueños. La empresa Benetton adquirió de forma supuestamente fraudulenta las 900.000 hectáreas de terreno en la Patagonia Argentina que los mansos mamíferos transitan hoy en día en busca de alimento. Antes de que el estado argentino usurpara sus tierras ancestrales y luego las regalara a “La Compañía” a través de “La conquista del desierto”, una guerra de finales del siglo XIX llevada a cabo por los militares argentinos contra el pueblo indígena de la zona,  el terreno pertenecía a poblaciones originarias, principalmente al pueblo mapuche.

El matrimonio mapuche Nahuelquir-Curiñanco.
Fotografía de Mariana Eliano via El País
Pasados los años, Benetton compró estos terrenos a “La Compañía” y empezó a hacer uso de ellos. Once años después, en 2002, el matrimonio mapuche Nahuelquir-Curiñanco, decidió ocupar una pequeña parte, haciendo alusión a su propiedad ancestral “Mi padre nació justo donde hoy está el casco de la estancia de Benetton. Ahí se crió”, explica Atilio Curiñanco. Lucharon durante años contra el gigante italiano, pero de forma pacífica tal y como explica Rosa Rua Nahuelquir: “Aprendimos otras cosas de nuestros padres y abuelos. La resistencia pacífica, la sabiduría, el tesón. Hemos sufrido desalojos, perdimos todo lo que hicimos ya una vez, pero nos levantamos”. En 2004 tuvieron su primera victoria, el juez encargado del caso dictaminó que Benetton era dueña de los terrenos, pero el matrimonio no estaba usurpando sus tierras. Eso los animó a continuar. 10 años después, finalmente ganaron la batalla. El INAI los reconoció como dueños del área en disputa. Sin embargo, aún queda mucho territorio por reconquistar para que los mapuches recuperen el wallmapu en su totalidad.
Las luchas no son solo por el territorio físico. Las mentes también son invadidas y colonizadas, y esta invasión es más difícil de contrarrestar. La primera colonización tras la invasión española fue religiosa, y sigue presente, en la gran mayoría de las ocasiones, de forma sincrética. Pero la manera colonizar actual es a través de la publicidad y la televisión. Los medios de comunicación de masas nunca dan cabida a otros discursos, así que los pueblos se organizan para dar voz a sus pueblos. Es el caso del periódico Pürüm Yemay! mapuche que apuesta por una información completamente en mapuche, o el grupo de comunicadores Lanceros Digitales de Ecuador, cuyo objetivo es “transmitir la información de los pueblos y nacionalidades, organizaciones y movimientos sociales que no son difundidos en medios tradicionales, siendo una ventana para dar a conocer la realidad de las comunidades y vencer así el cerco mediático” tal y como explican en su grupo de Facebook. Sin embargo, en ocasiones la colonización es más discreta, se introduce en nosotros lentamente. No nos damos cuenta del cambio porque surge de forma paulatina. Eso ha sucedido al sur de México, en el estado de Chiapas.
Bosque de Los Altos cerca de Chenalhó
Fotografía de Idoia Olaizola
Los Altos de Chiapas es un lugar de ensueño. Altas montañas, bosques de coníferas y carreteras sinuosas hacen del lugar uno de los más visitados por los turistas. Conocer más acerca del movimiento zapatista atrae a muchos de ellos, pero su entorno y belleza natural cautiva a otros tantos. Sin embargo, más allá del verde del bosque, dos colores destacan en la zona: el blanco y el rojo. Las tiendas y anuncios de Coca-Cola son la tónica general en la zona. Incluso se adaptan a las lenguas indígenas de cada población. Y no en vano, quieren ganarse el apoyo de los habitantes del lugar.
En México más del 70% de la población tiene sobrepeso u obesidad y aproximadamente el 16% sufre diabetes

El mismo año en que el ejército zapatista se alzó en armas, la planta embotelladora de Coca-Cola abrió sus puertas en Chiapas. La zona es rica en agua y manantiales, y de ello se aprovechó la compañía para instalar, en 1994, su principal planta embotelladora. Desde entonces ha conseguido ventajosos contratos por el precio del agua, el expresidente Fox fue vicepresidente de la compañía en América Latina, y ha secado los pozos de miles de familias. Para evitar conflictos, echó mano del marketing. La Coca-Cola se vende un 35% más barata en zonas rurales que urbanas y ha irrumpido en la vida de los campesinos de manera radical. En ocasiones, algunos puestos venden la bebida azucarada más barata que el agua, a pesar de que para generar un litro de esta se necesiten tres de agua. Los mexicanos se han convertido en uno de los mayores consumidores de Coca-Cola del mundo, pero eso trae consecuencias nefastas para la sociedad: más del 70% de la población tiene sobrepeso u obesidad y aproximadamente el 16% sufre diabetes. La inclusión es tal, que hoy en día está presente en las ceremonias ancestrales de los pueblos originarios. Como explica el Doctor Gian Carlo Delgado en el documental “La Coca-Colización de México: “Hay estudios sobre la promoción de la Coca-Cola y cómo puede entrar la Coca-Cola rompiendo esquemas culturales”.

En día de muertos no hay altar que no esté coronado por una botella de la bebida, y en rituales y ceremonias se ofrece la bebida, cambiando las antiguas costumbres. Ni siquiera el movimiento anticapitalista de las Abejas de Acteal escapa de sus garras. Durante la celebración de la conmemoración de su masacre, los encargados del evento paseaban por las gradas ofreciendo a los asistentes vasitos llenos del refresco azucarado. Banumil, es la tierra para el pueblo tzotzil. Han luchado durante años porque su territorio, cultura y lengua, sobrevivieran. Sin embargo, sin ellos ser conscientes, Coca-Cola les está ganando la batalla, y es cuestión de tiempo y conciencia, que reviertan ese cambio, o el resultado será nefasto.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

El viaje continúa