EL VIAJE
El guaraní que acecha al jopará
Idoia Olaizola
Un país que tiene como oficiales dos lenguas, pero solamente utiliza una de ellas de forma real. Un país en el que sus académicos discuten por la verdadera forma de enseñar el guaraní. Un país en el que la mayor parte de su población habla el jopará, una mezcla de guaraní y castellano. Hablamos de Paraguay y a través de diversas figuras y opiniones nos adentramos en su realidad lingüística.
Paraguay es un país diferente. En él coexisten de forma oficial el castellano y una lengua indígena. Casi un 90% habla y entiende el guaraní y un 40% es mono hablante de la lengua. El guaraní también se encuentra presente en el uso diario del castellano. Por ejemplo, en expresiones como andáte-na, que es un sufijo que quiere decir por favor, o ¿qué pico querés?, en el que pico le da la interrogación. Como explica David Galeano, director del Ateneo de Lengua y Cultura Guaraní: “En Paraguay pensamos en guaraní y hablamos en castellano. Se puede escuchar en el día a día traducciones literales del guaraní al castellano como por ejemplo ‘Se fue en Encarnación” en vez de a’.”. Sin embargo, solo un 1,3% de la población es indígena guaraní. El guaraní que se habla en Paraguay, es una variante de un guaraní que, fruto del mestizaje tras la colonización, evolucionó hasta el actual idioma. En él se mezclan palabras del castellano que se convirtieron a la lengua, con mesá o vaká.
David Galeano lucha por preservar su lengua desde el Ateneo de Lengua y Cultura Guaraní
Fotografía de Joseba Urruty
Si bien la lengua la habla la mayoría de la población nunca ha estado al mismo nivel que el castellano. El guaraní trae consigo multitud de estereotipos que asocian a sus hablantes a gente pobre e inculta. Por eso, hoy aún hay muchos que niegan hablarlo de forma fluida. Fue reconocido como lengua nacional, pero no oficial, en 1967, que fue una manera más de marginar al idioma frente al castellano, y no alcanzaría el estatus de oficial hasta 1992.
“El paraguayo al hablar guaraní cree que se está disminuyendo. Seguimos siendo colonia de España en materia lingüística y cultural”
El guaraní en Paraguay, además, pasó por diversas dificultades a lo largo de su historia. La principal fue la llegada de los españoles. Prohibieron hablar la lengua y llegaban a matar a quien la usaba. Pero como recuerda David Galeano: “La lengua continúa gracias a la mujer. Llegaron varones españoles que tenían hijos con mujeres guaraní. Ellas quedaban solas como madres solteras, y educaban a los hijos en guaraní. Incluso después de la guerra de la Triple Alianza ocurrió igual”.
Más tarde tampoco fue fácil, después de la guerra y durante los 35 años de la dictadura de Stroessner, como ocurrió en otros países de Latinoamérica, los hablantes de la lengua fueron duramente castigados. “En la época de la posguerra se desarrollaron una serie de acontecimientos poco gratos para los guaraní hablantes. Tenían que arrodillarse en maíz, recibían bofetadas si hablaban en guaraní. ‘No hables guaraní, no es el idioma de la aristocracia’ les decían”, comenta Galeano.
Tadeo Zarratea nos muestra su novela, Kalaito Pombero, la primera en Sudamérica escrita íntegramente en guaraní.
Fotografía de Joseba Urruty
Otro de los problemas a los que se enfrenta es a las diferencias entre académicos. Tadeo Zarratea, es juez y pertenece a la Academia de Lengua guaraní y cree que el modelo de lengua que impulsa el Ateneo y el gobierno es erróneo. Desde ambas instancias se impulsa un guaraní que él denomina repurificado, en el que se crean neologismos para las palabras que no existían en guaraní. Sin embargo, la población no usa ese vocabulario: “No existe ninguna lengua pura en el mundo. El gobierno no asume el guaraní que habla el pueblo paraguayo”. Y añade: “Hasta hoy todo lo que hace el sistema es inútil. El sistema no produce lectores, escritores, ni produce jóvenes que aman la lengua guaraní”.
Sin embargo, el mayor problema es el colonialismo lingüístico. Tadeo explica: “El paraguayo al hablar guaraní cree que se está disminuyendo. Seguimos siendo colonia de España en materia lingüística y cultural”. Esta es una de las razones por las que una parte de la población no usa un guaraní “puro”. La gente tiende a mezclar castellano y guaraní, creando un dialecto especial conocido como jopará. El jopará es el dialecto que hablan los castellanohablantes que no hablan guaraní, y los guaraní hablantes que precariamente hablan el castellano. Es utilizado por la gran mayoría de la población y se oye en buses y mercados. Cuando los asuncenos son preguntados, suelen responder que ellos entienden el guaraní, pero no lo saben hablar, que solo dominan el jopará.
Ladislaa Alcaraz lucha por el guaraní desde la Secretaría de lenguas de Paraguay
Fotografía de Joseba Urruty
A partir de la oficialización en 1992 el guaraní empezó a ocupar nuevos espacios. En 2010 se creó la Ley de Lenguas y en 2012 la Academia de la Lengua. Pero si se ha conseguido algo, ha sido gracias al pueblo. La presión de la población ha provocado que el gobierno tenga el firme compromiso de elevar al guaraní al mismo estatus que el castellano. La ministra de la secretaría de lengua guaraní, Ladislaa Alcaraz explica: “La secretaría lleva cinco años y ya presentamos grandes avances. Actualmente se está regulando la escritura. En tres años se podrá empezar a exigir la presencia de guaraní escrito en las instituciones. Por ahora se utiliza en tarjetas de invitación bilingües o en algunos formularios como alta de defunción o matrimonio. Los trámites van despacio”. Tadeo, en cambio, ve el trabajo de la secretaría muy lánguido y pobre. Cree que no se está haciendo lo suficiente, que el paraguayo es muy complaciente y un pequeño adelanto ya le parece suficiente, pero que podría hacerse mucho más: “Desde el gobierno solo hay simulaciones, pero nada serio. La oficialización es papel mojado. Es oficial pero el Estado no lo asume ni promueve. En el ámbito judicial apenas el año pasado se llevó a cabo el primer juicio en guaraní. En el ámbito ejecutivo pocos ministros hablan en guaraní”.
La secretaría tiene una tarea fundamental, ayudar a que la lengua alcance el prestigio que merece: “Hay muchos prejuicios hacia la lengua por parte de sectores de la sociedad. Se asocia el guaraní con la pobreza, la ignorancia, el analfabetismo…Esta es una de nuestras tareas principales, impulsar una lengua digna y dignificante. Es una transformación de nuestra realidad. Introducir la idea de que lo nuestro, lo inherente a nosotros, es bueno”.
«Una de las tareas principales de la secretaría es impulsar una lengua digna y dignificante»
Cuando la ministra es preguntada por el futuro del guaraní en Paraguay, responde: “Tengo la esperanza y convicción de que voy a ver el estado bilingüe antes de irme de este mundo, que voy a ver el Estado de Paraguay administrado en las dos lenguas oficiales. ¿Cuánto tardará? no sé, pero creo que voy a verlo todavía, porque cada día crece el compromiso”.
Sin embargo, el profesor Zarratea tiene una opinión más pesimista: “La consecuencia de usar el guaraní purificado es que se liquidará el idioma guaraní en el Paraguay. Como no tiene respuesta del pueblo y no tiene eco en la sociedad, si sigue como modelo de lengua el guaraní purificado el pueblo irá dando la espalda al idioma”. Y las consecuencias serán nefastas para la población: “Si el guaraní fracasa en el Paraguay, van a fracasar todas las lenguas de Sudamérica. El guaraní es el buque insignia, tiene que triunfar en el Paraguay, para tener esperanza de que triunfen el mapuche, el quechua o el aymara. Porque América es un continente lingüísticamente arrasado. Son 28 países independientes y soberanos hablando lenguas europeas. No hay un solo país que tenga como oficial una lengua americana. El Paraguay pudo haber sido una excepción, pero ahora nos estamos debatiendo en los últimos estertores de una lengua bastante perseguida, aunque el pueblo paraguayo tiene el valor de haber conservado la lengua durante más de 400 años contra la voluntad de todos sus gobernantes desde el primero hasta el actual”, concluye.
Al principio del artículo se afirma que en Paraguay «coexisten de forma oficial el castellano y una lengua indígena». Esto me parece equívoco, ya que da a entender que el guaraní es una lengua hablada mayoritariamente por indígenas cuando en realidad la situación es la contraria: el guaraní es una lengua hablada mayoritariamente por paraguayos no indígenas. De hecho, esa es la particularidad de Paraguay: la «no indigenidad» de su «lengua indígena». Así que tal vez convendría reconocer explícitamente este hecho diciendo que el guaraní es una lengua americana o sudamericana o una lengua local o incluso una lengua DE RAIZ originaria; no sé, hay muchas formas, a mi entender, de comunicar el carácter no étnico del guaraní en Paraguay (fuera de la etnicidad paraguaya, naturalmente).
El guaraní no es una lengua impuesta. Es la lengua que habla el paraguayo, el mestizo del español con los guaraníes. El idioma que sobrevivió a la conquista. Se la habla en diversos grados de pureza. Sobrevivió a la Guerra de la Triple Alianza (Brasil, Argentina y Uruguay) en contra del Paraguay y a la invasión de Bolivia que provocó la Guerra del Chaco. En ambas guerras el idioma de los combatientes paraguayos fue el guaraní, poseído desde los comandantes hasta el último soldado, con muy pocas excepciones, los citadinos y extranjeros. Su alfabeto es muy extenso y su grafía es fonética, luego de una larga confrontación con una grafía llamada tradicional. Actualmente, al ser una asignatura obligatoria, los niños aprenden a escribir el guaraní y cada vez más aumentan los alumnos que no comprenden lo que escriben.