Matar al mensajero

Matar al mensajero

FUERA DE RUTA
Matar al mensajero
Alejandra Gayol

 

Los gritos no se ahogan entre los barrotes, ni el tiempo borra la memoria de los cuerpos que nunca volvieron. Las amenazas no son la epidemia del miedo, ni los golpes consiguen minar el coraje. Los cadáveres no son señales que advierten de una retirada a tiempo, sino que se convierten en los estandartes de una lucha que sí tiene voz, pero que vive en un mundo de sordos.

En un salón de la cinemateca boliviana de La Paz, el pitido de un micrófono corta el alboroto habitual del inicio de una asamblea. Domingo Hernández,coordinador de la asociación maya Uk’ U’x B’e, denuncia un asesinato. Un líder de una comunidad vecina es hallado muerto. Uno más. Otro objetivo enterrado, otra voz silenciada. La sala ni titubea. Es el V Encuentro Internacional “restos y desafíos” en la construcción de Estados Plurinacionales en Bolivia. En el aula, cien butacas que ocupan los comunicadores indígenas más importantes del país y otros invitados especiales. No hay sorpresa en los rostros, es la consecuencia de la lucha. Una noticia obscenamente cotidiana.
Se ruega un minuto de silencio. Las sillas retroceden empujadas por las partes traseras de las piernas creando un sonido acompasado. Todos en pie. Los sombreros, obedientes, no se escapan de las cabezas que casi rozan el suelo. Un minuto da para pensar mucho. Como en un oasis, todos se reflejan en esa muerte. Saben que pueden ser los siguientes. El miedo es inevitable, la supervivencia es el más primitivo de los instintos. Muchos se sienten solos, pero los compañeros que perecen se vuelven el combustible que alimenta un movimiento revolucionario. Los más bravos rumian la coca que se mezcla con saliva y agonía, como si al destrozarla despedazasen a los culpables. Se congelan las miradas, son los últimos segundos sin intervenciones.
Viñeta de El Roto
Hay que continuar el encuentro. Sobre la mesa el anticapitalismo, la despatriarcalización y la descolonización. Todos coinciden con la importancia de mantener su lengua para poder alcanzar un modelo social indígena alternativo, hablarle al pueblo en la lengua del pueblo. Hay lugares donde no hay televisión, solo la radio es la ventana al mundo exterior. Su idea sobre lo ajeno depende de lo que diga la voz que sale por ese aparato. Misión: hacerse un hueco en el escenario mediático del mundo. El porqué, simple, estamos en guerra. Las armas han pasado a ser de plasma, el campo de batalla se ha vuelto virtual y la munición no es otra que la ideología.

Los comunicadores indígenas son completamente conscientes del monstruo al que se enfrentan. Las empresas que dominan los países latinoamericanos tienen un importante control sobre los medios. Esto no es un problema al que solo se tienen que enfrentar los comunicadores de América Latina, sino que es algo que ocurre a nivel mundial. El rapero Valtonyc o los directores de la revista El jueves en España son un ejemplo de la universalidad del problema. Las víctimas de la manipulación mediática siempre son las minorías, aquellos sectores que no cuentan con el poder económico suficiente para hacer frente a este monopolio informativo. Los recursos de las elites económicas proyectan una sombra que es difícil de iluminar si solo se cuenta con una cerilla.

La desinformación es una poderosa herramienta de manipulación

Las victorias electorales, la canción de moda, los héroes y los villanos del mundo. Todo se decide por la presión de los medios. Hay grandes campañas de ataque, unas mas explícitas que otras, para conseguir que el mundo se mueva en una u otra dirección. La punta del iceberg está controlada por grupos de derechas que ven temblar sus intereses en cualquier acto revolucionario, por lo que cualquier medio que se manifieste anticapitalista es considerado un terrorista al que, por supuesto, hay que endemoniar. Consiguen sus objetivos inundando las redes sociales, bombardeando los informativos hasta hacer que las masas se posicionen. Y lo consiguen. La estrategia de mantenerse en el poder haciendo que el mundo odie a su enemigo.

 

“Comision Creel”, así se llamó a una de las primeras campañas que se usaron para manipular la historia mundial. Esto ocurrió en los Estados Unidos en 1916, cuando el presidente Woodrow Wilson vio que la sociedad estadounidense no tenía ninguna preocupación por la Primera Guerra Mundial, su lejanía le hacía perder interés, mientras Europa estaba inmersa en el conflicto. El presidente soñaba con la participación en la guerra, pero necesitaba crear esa necesidad entre los ciudadanos. Dicen, que en solo seis meses, el odio a Alemania recorría las venas de los estadounidenses, la Primera Guerra Mundial estaba en la boca de todos los ciudadanos, un debate abierto que hizo que un problema que veían ajeno poco tiempo atrás se convirtiera para ellos en una amenaza inminente. El pueblo quería poner a prueba esa invencibilidad que tanto había recalcado el presidente Wilson en su campaña psicológica. Edgar Bernays, años después de su desvinculación de la Comision Creel utilizaría la frase: “Las palabras ganaron la guerra y perdieron la paz”.

“¡Tanto es el miedo que nos tienen!”, grita una de las comunicadoras de la sala. Las lágrimas le resbalan hasta perderse en la comisura de sus labios. Hierve en su discurso. Recuerda a todas y todos los que han caído. Hay mucha censura y muchas condenas para los comunicadores en todo el mundo, pero las consecuencias para los indígenas son letales. No les silencian con cárceles ni denuncias, a los comunicadores indígenas les arrebatan la vida. “Yo hablo en nombre de mis hermanas que han muerto. Hablo de esos hijos de puta que al verlas mujeres no solo las matan, las violan, las torturan. Y sí, somos mujeres y tenemos una desventaja física en muchos casos, pero dentro somos fuertes, y yo lucharé por cambiar esto aunque también me cueste la vida”, continua la comunicadora tras pedir perdón por los gritos que han hecho tambalear el agua de todas las mesas. Los testimonios que exponen los participantes han encendido el ambiente. Bashe Charole, comunicadora qom del Chaco argentino, habla de la situación de los activistas en Argentina. “La derecha no es joda”, dice con un tono tirante. “El apagón informativo es un hecho. La comunicación era un derecho humano y pasó a ser un negocio para promover las inversiones y asegurar la estabilidad del mercado de la comunicación”. En sus silencios solo hay silencio. “Venimos informando de lo que pasa en nuestras comunidades, del extractivismo de Monsanto. Hace unos meses una compañera fue golpeada brutalmente, seguidamente violada sexualmente, torturada, y finalmente asesinada. Esto solo está pasando en nuestras comunidades.” Nadie respira, solo esperan a que siga su discurso. “Intentan vetar a los medios. La censura se ha incrementado. Tener voz ha sido una conquista nuestra, un logro nuestro. Pero quieren que los medios indígenas se debiliten. Si vienen a Argentina van a comprender de que el avance de la derecha no es broma hermanos, se pierden vidas, y nosotros la estamos padeciendo”.

La impunidad ante los asesinatos de periodistas y activistas indígenas está a la orden en América Latina
Fotografía de Yucatán News
Para llegar a las masas, mejor que estas sean monolingües. Un país o un mundo plural, donde se hablen muchas lenguas, es más difícil de manipular. Los mensajes tienen que llegar a un gran número de potenciales soldados. Para que las campañas psicológicas sean más rápidas, más eficientes, para matar millones de pájaros de un solo tiro, hay que concentrar al objetivo. El miedo de reconocer u oficializar las lenguas indígenas, o las lenguas minoritarias de cualquier país, es el miedo a que aparezcan movimientos que no puedan controlar, que los pueblos piensen por sí mismos, que se escapen de su dominio. Las lenguas son una amenaza para aquellos que mueven los hilos. Un líder indígena con poder en un canal de televisión o con total derecho de expresión en una radio local tendría demasiada ventaja. Por eso las lenguas indígenas son satanizadas, ridiculizadas, son las lenguas del terrorismo, del antiprogreso, del subdesarrollo. Las campañas mediáticas atacan a las lenguas, pues conocen su poder. Una lengua es un pueblo, una nación, una bandera. En el mundo existen aproximadamente 6000 lenguas, si todas tuvieran los mismos privilegios, el mismo espacio en los medios de comunicación, la manipulación de las elites sería imposible, caótica, pues ¿podría un jugador de futbol meter gol manejando al mismo tiempo 6000 balones? Que todos seamos uno, que todos hablemos y entendamos la misma lengua, que solo unos pocos idiomas tengan ese espacio en el mundo de la comunicación simplifica la manipulación. Cada lengua es una visión distinta del mundo, una forma diferente de comunicar, un pensamiento diferente que puede colarse en el panorama mundial y estropear los planes del negocio de la comunicación.
Se acerca el fin de la jornada. Domingo Hernández, sin dejar de pensar en la muerte de su camarada dedica las últimas palabras: “La criminalización no es reciente. Tiene una matriz colonial que empezó con la conquista hace más de 500 años. Creían que éramos unos sin cultura, seres incapaces, incluso se nos cuestionaba ser humanos”. Respira buscando la complicidad entre los asistentes. “Los indígenas eran clasificados como terroristas manipulados por los comunismos internacionales. Eso les servía de excusa para llevar a cabo los genocidios.” Domingo se percata de que todos le siguen con atención, no hay gestos aburridos y las caras desprenden impaciencia. “Los grandes consorcios de la comunicación sienten que sus intereses se ven amenazados si se legalizan las radios comunitarias. Los medios alternativos tenemos una responsabilidad. Es una lucha frontal, en este campo se definen las políticas, las ideologías. La única forma de derrotar la criminalidad nacional y transnacional es la conciencia, la articulación de los comunicadores con sus pueblos, con sus comunidades. Dice la alcaldesa indígena del Quiché que la pobreza económica no es el problema, sino que el problema es la pobreza del conocimiento”.

“Iorana”, el amor tiene un lugar en el mundo

“Iorana”, el amor tiene un lugar en el mundo

FUERA DE RUTA
“Iorana”, el amor tiene un lugar en el mundo
Ignacio Espinoza

 

Iorana es utilizado en rapa nui para darle la bienvenida a alguien. Pero el término también fue el título de una teleserie que Televisión Nacional de Chile emitió en 1998. La producción fue la primera apuesta nacional que se grabó en Isla de Pascua, se convirtió en un fenómeno televisivo y, parte del elenco, tuvo que aprender la lengua materna que utilizan las personas originarias de la isla.

1998 fue un año que repercutió la agenda noticiosa de Chile. En el deporte el tenista Marcelo Ríos desplazó al estadounidense Pete Sampras del Nº1 del Ranking ATP, mientras que la Selección Nacional de Fútbol regresó a un Mundial —Francia 98— después de 16 años. En el ámbito político, el dictador Augusto Pinochet fue detenido en Londres por delitos de genocidio, torturas y desaparición de personas durante la dictadura. Y en el mundo del espectáculo, Televisión Nacional de Chile (TVN) dio el gran golpe en la parrilla programática con una novedosa apuesta: Iorana, teleserie que se grabó en Isla de Pascua y también fue la primera que utilizó dos idiomas en el guión, el español y el rapa nui.

La producción se emitió desde el 9 de marzo hasta el 30 de julio de aquel año. La dirección estuvo a cargo de Vicente Sabatini. La idea original fue de Enrique Cintolesi y el guion fue escrito por Fernando Aragón. Él argumentó narra la historia de Iriti (Álvaro Morales) un joven pascuense que está enamorado de Vaitea (Alejandra Fosalba). Pero aquella unión no se puede concretar debido a la familia del protagonista. El padre, Fernando Balbontín (Francisco Reyes), fue exiliado de la isla acusado de incendiar un museo arqueológico. Iriti creció con las costumbres del lugar, habla la lengua y vive en una cueva, pero su relación amorosa tendrá un giro con la llegada de Paula Novoa (Carolina Fadic), una periodista de Santiago en busca de un misterioso moai sumergido en el Océano Pacífico. Por otra parte, se narra la historia de Balbontín quien regresa a la isla en busca de venganza por un delito que no cometió.

En la historia quieren encontrar un moai sumergido en el oceáno

Fotografía de Creative Commons 

Desde el comienzo la apuesta de TVN logró imponerse a su competencia “Amándote”, teleserie que emitió Canal 13. Iorana promedió unos 30,2 puntos de rating, cifra equivalente a una aproximación de 2.903.460 personas que encendieron el televisor a las 20:00 horas para ver la producción. Pero el gran impactó que tuvo la teleserie, y que generó la aceptación del público, fue la idea de mostrar una historia alejada de la tradicional locación que era Santiago y llevarla a otro enclave del país, Isla de Pascua.

Durante el verano y otoño de 1998 el elenco de la producción se trasladó a la isla para grabar las escenas con un ingrediente especial: “Estábamos con un profesor directo y, si te daban las ganas, durante las escenas ibas pidiéndole que te los cambiara y le ponían los subtítulos abajo”, recordó en una entrevista Erto Pantoja, actor que encarnó a Petero, una especia de Don Juan autóctono. “Yo trataba de meter mucho lenguaje porque te para de una forma distinta, si tú hablas rapa nui te arma otro cuerpo del personaje”, agrega el actor quien todavía puede hilar frases y oraciones en rapa nui. 

«Yo trataba de meter mucho lenguaje porque te para de una forma distinta, si tú hablas rapa nui te arma otro cuerpo del personaje»

La palabra iorana la utilizan en Isla de Pascua para darle cordialmente la bienvenida a alguien. Maururu (gracias), ina (no), taote (médico), fueron otros términos que se utilizaron constantemente en los diálogos y que prevalecen en la memoria colectiva de los televidentes que vieron la teleserie. Esta no solo incluyó el rapanui para que la historia tuviera una mayor verosimilitud, parte del argumento también abordó personajes y momentos de la trama relacionados directamente con la cultura pascuense.

Francisco Melo fue el Yorgo Ismael, su papel representó a un ermitaño que vivió en una casa de madera con techo de paja. Él tiene una relación amorosa con la santiagüina Francisca Labbé (Viviana Rodríguez) a quien llamaba Matakuri (ojos de gato). Los yorgos no distan de aquel personaje: lucen un aspecto de ermitaños, andan en caballo o motos y son férreos defensores de su cultura. Por otra parte, la actriz Blanca Lewin representó a Tiare Tepano, una joven que tenía poderes espirituales y hablaba la lengua materna y la difundía a través del canto. Por ese medio le rendía homenaje a Hotu-Matua, el primer ariki (rey) que desembarcó en Isla de Pascua y estableció su linaje.

La teleserie emitió 102 capítulos y fue un fenómeno televisivo

Fotografía de Captura de pantalla

Unos 109 episodios emitió Iorana. En ellos la producción también profundizó en el vestuario y dirección de arte. Vestidos floreados, collares de flores, tatuajes tribales y el pelo largo marcaron los atuendos de los protagonistas. El puerto Hanga Roa y la Playa Anakena fueron parte de los escenarios escogidos para las escenas. “Isla de Pascua marcaba el extremo de irnos a la polinesia y mostrar este Chile que pocos conocíamos. Era muy importante lo que se buscaba, el objetivo final”, afirmó el actor Felipe Braun, quien representó a un piloto de aerolíneas en la historia.

La exitosa fórmula TVN la repitió en otras producciones con “La Fiera”, que mostró las bellezas de Chiloé, “Romané” donde enfocaron la historia  del mundo gitano en el norte —con diálogos en romané— y la época del salitre en los años 20 con “Pampa ilusión”. Las apuestas cautivaron al público chileno en lo que se conoce como el “ciclo de oro de las teleseries de TVN”, Iorana marcó el inicio y es considerada una teleserie de culto, el eslogan de la historia fue “el amor tiene un lugar en el mundo”,  también la lengua y la cultura.

México plurilingüe

México plurilingüe

COLABORADORES
México plurilingüe
Jazmín Ivonne Mortera Álvarez (México)
México es más que una mezcla de colores y sabores, México es la fusión de  cuatro culturas: la  prehispánica, europea, africana y asiática que convergen en nuestra sangre y forma parte de nuestra identidad, pues somos un país multicultural y plurilingüe, en nosotros vive una riqueza milenaria que ustedes pueden observar. Tan sólo tenemos 62 lenguas originarias con 364 variantes según las estadísticas del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas. Esa riqueza lingüística hoy en día va desapareciendo lentamente, he identificado posibles factores tales como: discriminación, apertura de nuevas tecnologías, desinterés e ignorancia por parte de ciertos sectores de la población, intolerancia por hablar lenguas originarias. Aunque parezca un tanto cavernícola esta idea, aún persiste.
El estado de Guanajuato cuenta con 6 lenguas originarias[1](chichimeca jonaz, náhuatl, hñahñu, mazahua, mixteca y purépecha), 99 pueblos originarios, 45 maestros bilingües para Educación Primaria en todo el estado y sólo 40 escuelas primarias bilingües en 30 comunidades del estado; la labor de enseñanza es titánica y el esfuerzo admirable, pues muchos niños de pueblos originarios del estado ya han dejado de hablar la lengua y lo que se hace en las escuelas es ensañarles su lengua materna, como es el caso de la Escuela Primaria de Cieneguilla en Tierra Blanca, Gto,  con quienes pudimos convivir en un evento que creamos como parte de las actividades del Foro de Cultura Indígena que se llamó “I Día multicultural”. Gracias a ese encuentro, aprendimos sobre la realidad de nuestros pueblos en cuestiones de  la lengua; lamentablemente la situación es que ya no se está habla la lengua; por otro lado las tradiciones continúan, gracias al sincretismo cultural entre las celebraciones que destacan son las fiestas patronales donde nos muestran una fusión entre la religión católica y la cosmovisión de los pueblos originarios.
Siguiendo con el recorrido en la ciudad de México, existe una iniciativa llamada Mäst’oho Lenguas Originarias creada a principios de enero del 2014 por Thubini, un hablante de la lengua hñähñu, mal llamada otomí. El objetivo de su proyecto es la difusión, revitalización, conocimiento, enseñanza-aprendizaje y de contribución social a las lenguas originarias mediante el pensamiento descolonizado. A partir de sus redes sociales comparte parte de su cosmovisión hñähñu, ofrece tener una postura crítica . Para conocer más sobre este proyecto los invito a seguirlo a través de sus páginas web: https://www.facebook.com/MastohoLenguasOriginarias/ 

http://thubinimastoho.wixsite.com/mastoho-lenguas

Cambiando de rumbos, tenemos al estado de Nayarit, un estado que cuenta con una gran población originaria. En la ciudad de Tepic, hay dos asociaciones muy fuertes en cuanto a la preservación, difusión y fortalecimiento de las culturas originarias.  La Unión de Estudiantes Indígenas de México es un grupo de jóvenes  universitarios de pueblos originarios: wixárikas mal llamados huicholes, nayeris, mal llamados coras, mexicanero y odam. La UEIM A.C. se creó el 4 de mayo del año 2002 con estudiantes de pueblos originarios  de universidades públicas y privadas. Varios de los estudiantes se han ganado premios estatales y nacionales a la juventud indígena. Actualmente trabajan alrededor de 25 estudiantes de los municipios de Mezquitic, Bolaños, El Nayar y La Yesca, de los estados de Jalisco y Nayarit, con la intención de motivar a más jóvenes de pueblos originarios a que se interesen en sus culturas por medio de proyectos culturales y académicos.
Estos jóvenes hacen retribución social entre sus comunidades y les recuerdan que sí se puede seguir estudiando y llevando su cultura con mucho orgullo a donde quiera que continúe su camino, pues han descubierto que el estudio es un arma para fortalecer, difundir las problemáticas de sus comunidades, brindando nuevos panoramas. Para ellos, la cuestión es un compartir de conocimientos, donde todos aprenden. La labor de estos jóvenes es admirable y motiva a todo ser humano a seguir en esta causa, los invito a conocer de cerca su trabajo a través de su página de fb: https://www.facebook.com/temari.waniuki/
La segunda asociación, Unión de Profesionistas Indígenas de Nayarit  A.C, es un grupo de profesionistas que mediante su asociación civil buscan apoyar a sus comunidades y visibilizar las problemáticas que ellos tienen, una de sus intenciones es ser agentes de cambio para sus comunidades. La asociación se creó en 2007 y cuenta con 15 jóvenes profesionistas de pueblos originarios de la Sierra del Gran Nayar, algunos de ellos han sido galardonados con premios  nacionales y estatales a la juventud, su lema es: “Conocer, aprender y servir”.  La retribución social es un factor importante para ellos, pues regresan a sus comunidades a compartir y brindar un poco de sonrisas y nuevos panoramas.
Estos jóvenes han descubierto nuevas formas de difundir y compartir sus costumbres y tradiciones como el programa de radio “Voces indígenas”, que se transmite todos los domingos para las comunidades de la región, además se puede escuchar de manera online. También está el proyecto audiovisual “Voces del gran Nayar”, donde en cápsulas de 5 minutos nos muestran un pequeño paseo por la historia. Nos ubican dentro del tiempo y el espacio geográfica y nos muestran la importancia de la lengua wixárika y las lenguas del Gran Nayar nos comparten sus tradiciones y nos hacen ver la riqueza que aún se vive en la sierra, pues entre ellos se recuerdan que hay que seguir hablando la lengua para que la tradición siga.

Además de los eventos culturales que realizan año con año como una forma de visibilizar la cultura para los no hablantes y hablantes, la intención es adentrarse y redescubrir  la importancia de los pueblos originarios, de disfrutar su comida, arte, danzas, ceremonias y más. Los invito a seguir de cerca su trabajo a través de los siguientes enlaces: https://www.facebook.com/ProfesionitasIndigenasNay2015/ https://www.facebook.com/VocesdelGranNayar/

Siguiendo con la parte norte del país, en el estado de Chihuahua existe una iniciativa llamada “Emprendedor Raramuri” que se funda en 2015 por Efraín Rodelas, mejor conocido como el “Emprendedor Raramuri”. Dicha iniciativa es una nueva metodología para la  creación y desarrollo de  emprendedores indígenas a lo largo de México y otros países. Para conocer más sobre su trabajo los invito a seguirlo a través de sus redes sociales y página web.
Este sitio http://www.e-raramuri.com/es una plataforma de emprendimiento social que tiene como responsabilidad rescatar el conocimiento y regresarlo a los pueblos originarios. Aquí ustedes pueden conocer la cultura, adquirir vestimenta, accesorios y calzado original hecho completamente con técnicas originarias de cada región de las distintas etnias participantes.  El emprendedor raramuri nos invita a revalorar las culturas originarias y a sentirnos orgullosos de nuestras raíces.
Los pueblos originarios nos recuerdan la importancia de convivir con la naturaleza de respetar y agradecer por lo que tenemos. Por ello, mediante las ceremonias que los pueblos originarios realizan podemos observar parte de sus cosmovisiones.

Lo que he notado a través de mi experiencia es una falta de interés de ciertos sectores de la población por conocer los pueblos originarios, más allá de conocer, es vivir en carne propia sus ceremonias, convivir con su gente, de esta manera, se puede crear un criterio, tal vez al final te puedas llevar una gran sorpresa que se convierta en una lección de vida. Al cursar la universidad recibí una gran lección, el maestro que me impartió la materia de náhuatl clásico era extranjero; al saber sobre su origen quede impactada, pues el amor de mi maestro por nuestras culturas, es inmenso,  lo que me llevo a cuestionarme: “¿Qué estamos haciendo los mexicanos por nuestras culturas originarias?”. Y claro, que resulta increíble, como una persona extranjera se preocupa por fortalecer la cultura de México y no es el único caso. Así como mi maestro, existen muchas más personas que adquieren un amor profundo por México y quieren que su identidad llena de color y sabor, continúe; y así como ellos le tiene un aprecio especial a nuestro país, hay que fomentar y difundir ese mismo amor.

Una de las estrategias que descubrí, es la creación de eventos culturales, pues de esa forma las personas no hablantes, pueden conocer, aprender, vivir y disfrutar de las culturas de nuestros pueblos originarios. Es por ello, que creé el Foro de Cultura Indígena, ahora llamado Foro de Culturas Originarias como una propuesta para difundir, fortalecer, reivindicar y crear nuevas metodologías para la preservación del patrimonio tangible e intangible de los pueblos originarios de nuestro México, pues quiero que nuestro folklore continúe de manera viviente para no llegar a un futuro donde conozcamos esta riqueza milenaria y sincrética en los libros de textos, internet o algún museo. La idea puede resultar un tanto extremista, lo que sí puedo decir es que vivimos bajo diferentes percepciones llena de matices y distintos intereses, es por ello que los invito a comprobar a vivir la experiencia de estar, observar, aprender de las comunidades originarias, sólo de esa manera podemos desmitificar todas esas ideas que a los mestizos se nos ha dicho.

La cultura vive y vive en cada persona. Hablar de tradiciones y costumbres de los pueblos originarios es sentir con el corazón, es vivir, es apapachar a la madre tierra y apreciarla en sus paisajes, es convivir con su gente, es degustar sus alimentos, compartir una charla con ellos, es ver el amor en los ojos de los niños, en sus familias, en sus paredes, en su tierra, en el aire, en el agua, en sus ceremonias y actividades cotidianas.

Te invito a vivir y ser parte de este camino llamado: Conciencia intercultural.
Para conocer más sobre la labor que realizamos los invito a seguirnos en nuestra página de fb: https://www.facebook.com/foroculturasoriginariasmx/

Y en mi canal de Youtube “Jazmín Ima” donde podrás encontrar vídeos sobre mi forma de promover la Cultura Mexicana y las culturas de nuestros pueblos originarios. https://www.youtube.com/channel/UCA4Y4fUEhSQ3qKGJ4FK7y0Q

 

La labor es ardua, mas no imposible, llegó la hora de recordar lo maravilloso que son las culturas de pueblos originarios, de sentirnos orgullosos de nuestras raíces puesto que todos tenemos mucho que aprender de ellos, así como ellos de nosotros. Nadie debe de estar peleado por la venda de la ignorancia, al contrario, hemos de crear alianzas y hacerles ver que estamos para apoyarles en lo que ellos nos soliciten, pues lo único que queremos, es ver que las costumbres y tradiciones continúen. Los invito a vivir y conocer las culturas de los pueblos originarios y parafraseando a Gandhi, les digo- Seamos el cambio que queremos ver en cada uno de nosotros, en nuestras comunidades y con nuestra gente.

Ndunthi di jamädi. (Muchas gracias en lengua hñähñu)

Señardá

Señardá

FUERA DE RUTA
Señardá
Alejandra Gayol

Todos añoramos la tierra donde crecimos. Incluso estando en ella, la nostalgia nos conduce a otros tiempos, a otras personas. La añoranza es un sentimiento universal que se presenta con diferente nombre en distintas lenguas, y que nos demuestra que somos lo suficientemente iguales para comprendernos y lo necesariamente diferentes para no olvidar de dónde venimos. En el occidente de Asturias, la fala, lengua originaria del lugar, no siente nostalgia, ni añoranza, sino señardá…
A señardá apestaña na lluz d’un faro novo y se calece na pedra d’un faro veyo. N’aspuma d’un golpe de mar que chega a un porto cuasi encoiro. Enrocha entre os chicotes sin pidir auxilio, pos a súa naturaleza e sentirse afogada.

A señardá parpadea en la luz de un faro nuevo y se calienta en la piedra de un faro viejo. En la espuma de un golpe de mar que llega a un puerto casi desnudo. Se enreda entre los cabos sin pedir auxilio, pues su naturaleza es sentirse ahogada.

Faro viejo de Ortigueira
Fotografía de Alejandro González Amador
A señardá  ule a ouca mareada, a terra enchumazada y a café mouro. Ule a cocía de carbón d’inverno, a fumo cedo de chiminía. A patacas y rabizas d’un horto que hoi xa se volveo cemento.

A señardá huele a las algas mareadas, a tierra mojada y a café negro. Huele a cocina de carbón de invierno, a humo temprano de chimenea. A patatas y verduras de un huerto que hoy ya se volvió cemento.

A señardá fai camíos sobre os pes del tou padre, respira col peito da túa madre, y mira cos oyos dos tous bolos. Rise coa a sonrisa d’esa hermá que ta llonxe, y xuga cun hermao que te deixou antes de tempo.

A señardá hace caminos sobre los pies de tu padre, respira con el pecho de tu madre y mira con los ojos de tus abuelos. Se ríe con la sonrisa de esa hermana que está lejos, y juega con ese hermano que te dejó antes de tiempo.

A señardá manga fruita d’un vecín, tropeza entre camíos de gouños y pedras, chumbia na praya y cortexa nas festas del poblo.

A señardá roba fruta del vecino, tropieza entre caminos de piedra, se baña en la playa y corteja en las fiestas del pueblo.

A señardá lleva na cachola barreñois de pexe y de lleña. Escuita como chove nos llouxaos de pedra. Repousa os brazos nos corredores de madeira y atanigase núa silla del patio.

Mujer mirando una fotografía del puerto de Ortigueira de hace más de 50 años

Fotografía de Arantza Heredia

A señardá lleva en la cabeza cubos de pescado y leña. Escucha la lluvia en los tejados de piedra. Reposa sus brazos en corredores de madera y se tambalea en una silla de un patio.
A señardá nun entende d’estaciois. Estragalla a nebla d’un outono pechao. Calece úa nevarada d’inverno. Xela, con un renembrando, úa mañá de verao, y dibuxa praos desertos de frores en primavera.

A señardá no entiende de estaciones. Dispersa la niebla de un otoño cerrado. Calienta una tarde nevada de invierno. Enfría, con un recuerdo, una mañana de verano y dibuja campos desiertos de flores en primavera.

A señardá volve teso el corpo d’un marinero que deixa os recordos nel llar. Deitase entre as sábanas dúa cama, unde durme sola úa muyer que nun ten tempo a deixar a casa.

A señardá vuelve inerte el cuerpo de un marinero que deja su recuerdo en casa. Se acuesta entre las sábanas de una cama, donde duerme sola una mujer que nunca tiene tiempo para salir de casa.

A señardá colga dúa parede, é un retrato. Úa cara xa desfigurada. Ua gaita deshinchada y úa guitarra coas cordas rotas.

A señardá cuelga de la pared, es un retrato. Un rostro ya desfigurado. Una gaita deshinchada y una guitarra con las cuerdas rotas.

Babel, escritor en lengua fala, sentado en el puerto de Ortigueira

Fotografía de Arantza Heredia

A señardá volvese inmmadura entre ataques de tristeza y alegría. Entollece cos bous momentos y resinase co’ aquellos que nun pode esqueicer.

A señardá se vuelve inmadura entre ataques de tristeza y alegría. Enloquece con los buenos momentos y se resigna con aquellos que no ha podido olvidar.

A señarda é el fougo qu’encende el peito de quen vivió nel exilio. Nun perde a memoria nas cunetas, renembrando a os desaparecios.

A señardá es el fuego que enciende el pecho de quién vivío en el exilio. No pierde la memoria en las cunetas, recordando a los desaparecidos.

A señardá fraquea ante a súa llingua materna, a qué ye deo vida. Desfaise en sentimentos del sou falar que nun se poden despegar del ánima.

A señardá se rinde ante su lengua materna, quién le dio la vida. Se deshace en sentimientos monolingües que no se pueden despegar del alma.

A señardá hoy esmólese. Nun quer ser “anhelo”, nin “nostalgia”. Nun quer “echar de menos” nin “echar en falta”

A señardá hoy vive preocupada. No quiere añorar, ni ser nostalgia. No quiere echar de menos ni echar en falta.

A señardá pérdese sin a fala. Si outra llingua bautizala con outro nome, nun se reconocerá, y esquiceiranse os recordos d’un poblo que devece sentirse vivo.

A señardá se pierde sin la fala. Si otra lengua la bautiza con otro nombre, no se reconocerá, y caerán en el olvido los recuerdos de un pueblo que añoró sentirse vivo.

Faro de Ortigueira

Fotografía de Arantza Heredia

Welcome to Tortuguero la tierra de los sin lengua

Welcome to Tortuguero la tierra de los sin lengua

FUERA DE RUTA

Welcome to Tortuguero, la tierra de los sin lengua

Idoia Olaizola

 

 

Costa Rica recibe alrededor de tres millones de turistas anualmente, siendo Tortuguero uno de los reclamos turísticos más explotados del país. El pueblo cuenta con cerca de tres mil habitantes, los cuales casi en su totalidad se dedican al turismo, ya sea a través de la hostelería, como guías turísticos o regentando tiendas de souvenirs. A sus playas acuden anualmente miles de tortugas a desovar, entre sus canales viven perezosos, tucanes, pumas. Todo ello atrae a millones de personas, en su mayoría angloparlantes. Es por eso que los tortuguenses tienen que volver a desplazar 500 años después su (impuesta) lengua, el castellano, y aprender a usar el inglés en su día a día.

—Hello! Welcome to Tortuguero! May I help you with something?

Después de una hora de viaje a través de canales, el bote atraca en La Culebra, el embarcadero principal de Tortuguero. En tierra esperan decenas de trabajadores de hoteles, dispuestos a venderte una cama en su hotel, o acompañarte al mismo. La mayoría nos recibe en inglés. Se siente raro que sólo se utilice ese idioma, pero quizás es casualidad, demos una segunda oportunidad. Dejamos las cosas en el hotel y salimos a conocer el pueblo.

—Wanna try our juices? —Nos asalta el primer comerciante.

“De acuerdo, todo va a ser en inglés”.

Un niño observa a los adultos trabajando en el muelle de Tortuguero
Fotografía de Idoia Olaizola
Hasta los años cuarenta, la industria maderera, creadora de los actuales canales de acceso a la población, sustentaba a gran parte de las familias de Tortuguero. Pero cuando el mercado cayó, los habitantes tuvieron que volver a sus antiguos trabajos, en el cultivo de café y de cacao y la ganadería y la pesca de tortugas. Tras unos años tranquilos, en los que la tortuga era el principal medio de sustento familiar, en 1975 fue convertida en parque natural y el motor económico volvió a desplazarse. Los turistas comenzaron a acudir a visitar sus bellos paisajes, y los habitantes tuvieron que adaptarse de nuevo. Dejaron sus trabajos en el cultivo de cacao y café, abandonaron la ganadería y empezaron a fundar pequeños hospedajes, restaurantes de comida típica, comenzaron a tallar cocos, a abrir sus propias tiendas de souvenirs. Pero no era suficiente, muchos de los visitantes no hablaban su lengua, así que tuvieron que aprender inglés.

Máquina oxidada, reminiscencia de la época maderera de Tortuguero

Fotografía de Idoia Olaizola

Buscamos un guía para conocer mejor el bonito parque en el que nos encontramos. Una señora que regenta una tienda de souvenirs nos recomienda a Abel. Carmen nos concierta una cita y quedamos con él al día siguiente a primera hora. Nos espera con una amplia sonrisa.

—In english? —pregunta.

Respondemos de forma negativa.

—Me alegro, los tours en castellano se me hacen mucho más fáciles. Aunque hablo inglés, me cuesta más expresarme y no conocer tan bien a los turistas que me acompañan —comenta con cierto alivio.

Llovizna, pero nos dice que no nos preocupemos, amainará en breves. Con cierta reticencia accedemos y lo acompañamos al bote. La mejor manera de conocer Tortuguero es a través de los canales que se adentran en la selva. Tenía razón, ha dejado de llover. Eso hace que se gane nuestra confianza. Comienza la excursión y avistamos monos, tucanes, iguanas, martín pescadores. Abel es experto en imitar los sonidos de todos ellos. Vino a vivir al pueblo los 12 años con su familia, pues ellos son de Arenal, al noroeste del país. No podría haber ido a un sitio mejor. Debido a su amor por los animales, siempre supo que quería ser guía. Tortuguero era un paraíso para él. Esperó años con ansía alcanzar la edad y estudiar para cumplir su sueño. Pero había una barrera, el idioma. Para llegar a ser guía que saber inglés, y a ello se dedicó durante un tiempo.

—Durante la capacitación como guía, aprendí la importancia de conocer el idioma inglés. Así que me tomé seis meses más para estudiarlo y tener luego más trabajo —explica—. Ahora quiero aprender francés, puesto que cada vez vienen más turistas de ese país.

Abel posa en su bote antes de empezar un nuevo tour por los canales
Fotografía de Idoia Olaizola

En poco tiempo nosotros también nos ganamos su confianza y nos empieza a hablar de su madre.

—Ella era indígena. Chorotega. Era una india chamana muy respetada. Conocía muchos remedios naturales. De hecho, una vez le mordió una serpiente venenosa, pero con sus ungüentos salvó la vida —relata—. A los meses tenía un bulto en la zona de la mordida, y se sacó el colmillo de la serpiente.

No puedo evitar preguntar si su madre o él mismo hablan alguna lengua originaria.

—Ella sí lo hablaba con mi abuela, pero a mí no me lo enseñó. Decía que no servía de nada conocerlo —contesta con pena.

Los chorotegas son un pueblo originario de la península de Nicoya, aunque su territorio llega hasta la zona del volcán Arenal. También ocupan territorios nicaragüenses, siendo la población indígena mayoritaria en ese país, e incluso llegan a Honduras. Su población, como ocurre en muchos otros lugares, comenzó a descender con la llegada de los españoles y hoy en día, solamente quedan cerca de 750 chorotegas. La lengua chorotega también llamada mangue, está casi extinta. Muy pocos son los que la hablan. La madre y la abuela de Abel son unas de las últimas hablantes del idioma. Y Abel podría haber continuado con la tradición, pero por culpa de los estereotipos y alguna mala decisión le negaron la oportunidad.

—En realidad, es una pena saber hablar inglés y querer aprender francés, y no saber tu propia lengua. La de tu comunidad. Es algo que me apena porque con su pérdida se pierde mucho más —sentencia Abel.

Cuando la naturaleza nos enseña a hablar

Cuando la naturaleza nos enseña a hablar

FUERA DE RUTA
Cuando la naturaleza nos enseña a hablar

Alejandra Gayol

 

 

La naturaleza es la base de nuestras expresiones comunicativas, el molde que estructura nuestra historia y que un día estructuró nuestro pensamiento. Es la semilla de nuestra imaginación. Sus colores y formas son la inspiración del arte. Sus inexplicables fenómenos dieron lugar a las leyendas y a las religiones. Su distribución de minerales condiciona la historia, la política y la economía. Cada entorno natural proporciona unas características particulares a los pueblos que lo habitan. Sus sonidos nos despertaron la curiosidad de crear música y, gracias a ellos, nacieron las onomatopeyas. Así empezamos a designar las cosas, así nacieron las primeras palabras y, con ellas, el ser humano comenzó a hablar.
En algún momento de la historia supimos apreciar el silencio. Eso nos permitió escuchar a la naturaleza, observarla, aprender y crear. Todas nuestras necesidades eran básicas y las repuestas siempre se encontraban en nuestro entorno. La naturaleza no nos pertenecía, nosotros le pertenecíamos a ella. El medio nos facilitó, mediante los sonidos, la identificación de aquello que nos rodeaba. Nuestra curiosidad y necesidad de comunicación nos llevó a imitar el mapa sonoro de nuestro hábitat,  de esta manera nacieron las onomatopeyas. Empezamos a crear nuestros propios fonemas, que junto a otras peculiaridades que han surgido en el lenguaje oral a lo largo de la historia, nos han permitido formar uno de los sistemas de comunicación más fundamentales para el ser humano: las lenguas.
Daniel Guarcax, fundador y miembro del grupo Sotz’il Jay tocando un instrumento que es capaz de reproducir casi a la perfección el sonido de un ave.
Fotografía de Alejandro González Amador

Muchas culturas del mundo explican, dentro de las leyendas de su legado oral, el origen de la lengua como una divinidad que baja del cielo en forma de animal para regalar la primera palabra al hombre. Esto no solo esta presente en la mitología. La naturaleza, en varias de sus formas, aún sigue siendo una proveedora de nuevos sonidos, palabras y melodías en algunos lugares de un mundo donde parece que ya todo ha sido descubierto. En Sololá, un departamento del sureste de Guatemala, el grupo Sotz’il Jay expresa su cosmovisión a través de la música, interpretando el sonido de la naturaleza mediante instrumentos ancestrales. “Para nosotros la música es el sonido, la palabra y el silencio de todo lo existente en el universo. De alguna manera nuestra mayor maestra es la naturaleza misma”, dice Daniel Guarcax, miembro y fundador del grupo.

 

Para la cultura maya kaqchiquel, comunidad lingüística a la que pertenece este grupo, la naturaleza tiene un lenguaje en sí, un lenguaje espiritual común en todo el mundo, más allá de las palabras.  Dentro de su vocabulario, el banco de sonidos que genera el entorno natural donde viven ha servido para crear muchas palabras que aún utilizan en la actualidad. “Los sonidos son nuestra lengua o nuestro idioma kaqchiquel. Esta tiene una base onomatopéyica muy importante. Por ejemplo, a un ave le llamamos «ch’ok», y le decimos «ch’ok» porque el canto de este ave es ch’ok-ch’ok-ch’ok. Prácticamente llamamos a las cosas por su sonido, forma, o color. Es así como nos adaptamos un símbolo desde la naturaleza misma. Existen muchos más ejemplos en animales y plantas.  Así se genera y se va creando el banco de sonidos, de palabras, de fonemas de una comunidad”, añade Daniel.

“Prácticamente llamamos a las cosas por su sonido, forma, o color. Es así como nos adaptamos un símbolo desde la naturaleza misma. Existen muchos más ejemplos en animales y plantas.  Así se genera y se va creando el banco de sonidos, de palabras, de fonemas de una comunidad”
Pero esto no es un fenómeno exclusivamente de origen maya. En todas las lenguas las onomatopeyas han servido de base para designar animales, cosas, plantas o acciones. Un ejemplo claro de esto se puede observar en el comportamiento de los niños. Muchos comienzan llamando a los perros «guau guau», por la asociación del ladrido con la figura del perro. Y no solo en el vocabulario infantil. En el español actual tenemos palabras como aplauso que deriva del “plas, plas, plas” de las palmadas, o la palabra ronquido, vinculada a la onomatopeya “rom, rom, rom”. Muchas de las raíces de las palabras que componen las lenguas de origen indoeuropeo, también tienen sus inicios en la imitación de un sonido natural, como “ma“ que proviene del sonido del bebé lactando, de donde derivan palabas como mamá, mater, maternidad.
Nuestra desvinculación con la naturaleza ridiculizada desde la imagen de un niño que escucha a una planta con unos auriculares.
Vía https://pixabay.com/es/kids-escucha-sonido-naturaleza-2223816/ Creative Commons
Este patrón se repite en todo el mundo. En el caso del idioma japonés, las onomatopeyas tienen un espacio muy importante. Se considera una de las lenguas más onomatopéyicas que existen, teniendo más de diecisiete palabras para describir el acto de caminar, dependiendo de quien haga la acción, si es una persona mayor o joven, y de cómo la ejecuta, si despacio o rápido. En cada paso, un sonido que lo determina, y de cada uno de esos sonidos, una palabra.
Las lenguas son un ente vivo, que no para de regenerarse y de evolucionar, por lo que la creación de nuevas palabras es algo continuo. Según la etimología, los prestamos de otras lenguas o las palabras compuestas son la forma de originarse nuestro nuevo vocabulario. No obstante, aunque no de una manera tan explicita como pudo ser en el pasado, nuestra naturaleza, el entorno que es parte de nuestra cultura, sigue estando presente en nuestro acento, en cada fonema. Llevamos un registro de la sonoridad de la fauna, de la flora, del clima en cada una de nuestras palabras. Dibujamos un mapa de vibraciones que imitan a los sonidos de todo ese paisaje sonoro con el que crecimos. Cada sonido que emitimos es como código identitario, un libro que registra nuestra historia y nuestro origen.

Quizás un día seamos conscientes de lo que se pierde cuando perdemos una lengua. Cuando desprestigiamos nuestra forma de hablar y la sustituimos por otra, rechazamos de alguna manera nuestra expresión más natural. Las lenguas también son parte de la educación ecológica, pues el respeto hacia la naturaleza también se cultiva en las palabras.

 

Grupo Sotz’il en una interpretación de los sonidos de la naturaleza: