La sal del quechua que vive en las montañas

La sal del quechua que vive en las montañas

EL VIAJE
La sal del quechua que vive en las montañas
Ignacio Espinoza 

 

 

La gente llega para deleitarse con los paisajes del valle y con las salineras de Maras. Pero el pueblo guarda otro tesoro, la lengua originaria que hablan las familias y vecinos en las calles. 
Benedicto aprendió a hablar el quechua en el hogar con sus padres y hermanos. Creció y se dedicó al oficio de la construcción. De a poco conoció palabras en español hasta que comenzó a dominar aquel idioma. La nueva herramienta le permitió desenvolverse en Lima, a donde se fue para trabajar. Pero ahí no pudo hablar su lengua sin condicionamientos como lo hacía en Maras.

Maras es una ciudad que está a 34 kilómetros de Cusco. Premunida por la cercanía del poblado con atractivos turísticos como Machu Picchu, Ollantaytambo, el lugar también aporta con un enclave de interés para los pasajeros, kachi Raqay en quechua, las sales de maras en español. El destino corresponde a la empresa Sal de Maras y Pichitongo S.A. que funciona hace más de 20 años y está conformada por más de 350 familias de las comunidades campesinas de Maras Ayllu y Pichintongo. Ahí hay unas cinco mil pozas donde se extraen la Flor de Sal, Sal Rosada y Sal Roja que son exportadas al resto del país y como al mundo convirtiéndose en uno de los condimentos favoritos de los mejores chef internacionales.

Las mujeres en las calles hablan el quechua

Fotografía de Ignacio Espinoza 

En el atractivo trabajan comerciantes que venden souvenirs del lugar. Sal, chocolates, tallados de condores y tortugas en sal junto a los toros que sacan lengua afuera complementan  la oferta de objetos. Pero los vendedores no son los únicos que están en la zona. La postal es compartida por mujeres que sacan sales de las pozas  junto a obreros que dedican las horas del día a cargar los camiones con sacos del mineral. En las horas de descanso se tienden sobre las islas de césped y conversan en quechua, una de las lenguas que se mantiene a pesar de la mixtura de idiomas que llegan con los visitantes de España, Estados Unidos y Argentina.

En el poblado de Maras el quechua también es uno de los pilares de la localidad. Las mujeres visten sombreros de copa y las conversaciones que tienen también son en la lengua materna. El silencio reina afuera de las casas construidas de adobe mientras que en las calles de tierra suelen pasar burros de carga acarreados y acompañados por ovejas. Benedicto volvió a su pueblo donde recuperó una comodidad que extrañaba: hablar la lengua materna. Durante el tiempo que vivió en Lima el quechua solo lo usaba los domingos en las reuniones con sus hermanos. Cuenta que uno de ellos nunca aprendió a hablar la lengua, al contrario de Benedicto quien nunca dejó su raíz, como la gente de Maras.

En el valle los campesinos cultivan la tierra

Fotografía de Ignacio Espinoza 

En el campo dos hombres hablan quechua mientras cuidan el ganado y trabajan la tierra. Una señora en la plaza de la ciudad pronuncia el español escuetamente para vender llaveros, chocolates y muñecas autóctonas. Cuando los mirones se ausentan, abraza nuevamente las palabras que ha usado toda la vida y contempla el pasar del día en la plaza. Una niña acompaña a su abuela a cosechar trigo en el campo y se lo pone en la espalda. Le habla en quechua, pero no tiene la atención de la pequeña.

 

La acción se repite y colma la paciencia de la mayor. Llegan las recriminaciones y con el sombrero le da un azote para que la menor le preste atención y sigan el rumbo por los prados que reverencian a las montañas de Los Andes. En una construcción al lado del poblado, Benedicto comparte faena con Tomás. Atienden quehaceres como acarrear piedras en una carretilla y barrer las obras ya terminadas. Ambos reciben las instrucciones del día en español, pero cuando están solos conversan en quechua, la segunda lengua más hablada en el Perú. Se sienten mejor, dicen.

 

Putchimaajana: la visión indígena en el mundo audiovisual

Putchimaajana: la visión indígena en el mundo audiovisual

EL VIAJE
Putchimaajana: la visión indígena en el mundo audiovisual
Alejandra Gayol

 

El pueblo wayuu sufre desde hace siglos la incomprensión como pueblo indígena por parte de las instituciones. Los jóvenes wayuu han visto en el campo audiovisual una oportunidad para contar la realidad de su pueblo y así llamar a la reflexión.

 

Leiqui Uriana (Maracaibo, Venezuela) es una comunicadora líder del territorio y primera cineasta wayuu. Es realizadora audiovisual, documentalista y miembro de la Red de Comunicadores del pueblo wayuu. Ella abrió el camino, fue la pionera de una generación de cineastas que llegan con fuerza para contar su propia historia.

  ¿Cuándo te das cuenta de que existe una necesidad de que la historia y la actualidad del pueblo wayuu llegue a las pantallas? 

   Yo estudiaba enfermería, no sabia nada de audiovisual. Un día fui con unos amigos a ver una película al teatro de Maracaibo, el film se llamaba Tokyo-Paraguaipoa. La impotencia que sentí al verla fue inmensa. En ella se denigra mucho la figura del palabrero wayuu como representante de una familia. También cuestiona en gran medida el papel de la mujer wayuu, nuestra cultura. Para mí fue muy duro, solo tenía veinte años en ese momento, lloré de indignación y de tristeza al pensar en la imagen que se estaban dando de mi tierra, de las mujeres, de mi cultura.

 

 ¿ Cómo pasaste de la indignación a la acción? 

   Pensé: “Tengo que hacer cine”. No podía dejar que solo se conociera esa imagen del pueblo wayuu. Hay mucho más que conocer sobre mi cultura, muchas partes positivas, no somos la imagen que se da en esa película. Y yo entiendo, ahora como cineasta, que cada director o guionista tiene su visión, su creatividad, y que deben ser libres en eso, pero también creo que hay que tener respeto hacia las culturas indígenas, o por lo menos una investigación más profunda. Puede que los alijuna o extranjeros, desde su cosmovisión, no entiendan alguna de las costumbres que son parte de nosotros, y antes de intentar entender o contrastar la información, lo que hacen es contar nuestra historia desde su única perspectiva. Entonces, si quieres hacer una película dónde tu finalidad es causar sensación hablando de cosas negativas, dónde sabes que vas a deshonrar una cultura indígena, perfecto, hazlo, pero invéntate una, crea, no denigres mi cultura por hacer de tu nombre un gran cineasta.

Leiqui nos recibe en su casa. Actualmente vive en Maicao, Colombia, donde trabaja con varios colectivos.
Fotografía de Alejandro González Amador
Y supongo que, bajo esta premisa de contar la realidad desde otra perspectiva a la alijuna, decidiste ir a estudiar a Cuba, ¿verdad?

Así es. Yo me fui a Cuba, a la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños. Quería contar de la mejor manera, con buenas herramientas, la historia de mi pueblo. Estudiar cine para darle voz. Empecé con el activismo, apoyaba a comunidades indígenas en la defensa del agua y en las protestas contra la explotación minera en Venezuela. Empecé así, gracias a los documentales, a conocer mucho más sobre la actualidad de mi pueblo. Yo lo quería contar todo. No solo hablar de cosmovisión, sino de esa realidad que padecen las comunidades. Invitar a la reflexión, que mis películas muevan corazones. Como cineasta, como wayuu, como mujer, quiero hacer que las historias sean conocidas. Como dijo Fernando Birri: “Un corto es una flecha directa al corazón”, y eso es lo que yo quiero que sean mis trabajos para el pueblo wayuu.

 

El siguiente paso sería unir fuerza con varios jóvenes wayuu comprometidos y expertos comunicadores para crear la red de comunicación del pueblo wayuu: Putchimaajana, ¿no?

— ¡Sí! Fue una iniciativa de varios líderes, personas y organizaciones entorno a los medios de comunicación.

«Como cineasta, como wayuu, como mujer, quiero hacer que las historias sean conocidas. Como dijo Fernando Birri: “Un corto es una flecha directa al corazón”, y eso es lo que yo quiero que sean mis trabajos para el pueblo wayuu»
¿Cómo surgió?

— Pues surge por la necesidad de unir esfuerzos en varios temas. Personas que se dedican a la radio, a la educación u otros campos. Consolidar un espacio en el que se permita la visibilización de todas nuestras luchas juntas como pueblo wayuu. Está integrada por organizaciones sociales y personas independientes que tratamos diferentes temas como derechos sociales, educación y cultura.

¿Qué actividades genera la red?

— Nosotros nos basamos en cuatro actividades principales. La escuela de comunicación del pueblo wayuu, para seguir formándonos y captar nuevos futuros talentos. El periódico wayuunaiki o notiwayuu en el tema de la escritura. También la Radio fe y alegría Paraguaipoa, y mi colectivo que trabaja el tema audiovisual. Así dejamos de trabajar de forma aislada y nos constituimos en un grupo sólido.

Seylin acompaña a Leiqui en nuestra visita. Es una de las principales voces de la Radio Fe y Alegría Paraguaipoa, primera radio indígena de Venezuela, donde se puede escuchar en lengua wayuunaiki una variada programación intercultural
Fotografía de Alejandro González Amador
Cuéntanos algo más sobre la escuela.

— Es una escuela únicamente para jóvenes wayuu. No importa si son de Venezuela o de Colombia. La idea es que estos jóvenes luego puedan servir para sus comunidades, que trabajen en ellas. Por ahora hemos formado a 44 jóvenes en cada ciclo, donde aprenden sobre radio, impresos y audiovisual. Para dar una visión más amplia, nuestros alumnos son de distintas zonas del territorio wayuu, ya que este es muy extenso y diverso, donde hay diferentes problemas a los que enfrentarse, distintas realidades. Esto también ayuda a que los jóvenes conozcan más sobre lo que ocurre fuera de sus comunidades.

¿Dónde se encuentra la escuela?

— No tenemos lugar físico, no es una escuela convencional, es una escuela itinerante. Entonces, el wayuu que viene de Venezuela a Colombia, por ejemplo, desconoce en muchos casos la realidad de otras zonas, como puede ser Cabo de Vela. Nosotros visitamos las comunidades para que los jóvenes puedan reconocerse y reconocer la diversidad de su cultura. La diferencia en la lengua, en las relaciones con las personas, la gastronomía, las condiciones de posibilidades de agua o las diferencias climatológicas.

¿Las clases se imparten en lengua wayuu?

— Hablamos ambos idiomas. El wayuunaiki y el español. Desgraciadamente no todos los jóvenes saben la lengua o no la dominan bien. Creemos que la escuela es una buena oportunidad para que aprendan la lengua, ya que la mayoría de los casos ellos no son culpables de no saberla, sino que han sido sus padres los que han decidido no enseñársela. Esta oportunidad les permite valorar mucho más el wayuunaiki, hace que quieran conocer más su cultura. Aprenden que es necesario fortalecer la identidad a través de la lengua. Muchos no hablantes empiezan en la escuela a decir sus primeras palabras, a tener más interés, a ver la necesidad de hablar wayuunaiki para contar la realidad del pueblo, pues las autoridades y los protagonistas con los que trabajamos hablan solo esta lengua. Esto hace que vean la necesidad de apoyarse en sus compañeros, y son conscientes de que sin la lengua no pueden ser independientes en su trabajo. Así se genera una relación de conocimiento entre compañeros, ya que el que no es hablante empieza a querer aprenderlo, y el hablante experimenta la importancia y satisfacción de transmitir su cultura.

¿La escuela ha ayudado realmente a fomentar el interés en los jóvenes wayuu por su lengua y su cultura?

— Sí, incluso ya hay varios jóvenes que están trabajando en este campo. Es verdad que en el tema de la escritura no todos escriben en wayuunaiki, porque hay que reconocer que nosotros estamos totalmente sumergidos en el castellano en cuanto a la escritura, además que hay ocasiones en las que pretendemos que las noticias salgan al extranjero. Si que hay poesía, cuentos y algunas noticias en wayuunaiki, pero todo depende del contexto y de las situaciones. Esta dualidad del idioma se puede apreciar en el día a día. En nuestros cortos documentales, la mayoría de nuestros protagonistas hablan en lengua wayuu, pero en ellos también se aprecia esta dualidad. Hay un corto, “Asuntos indígenas”, que trata sobre una Oficina de Atención al Indígena en la ciudad de Maracaibo, Venezuela. En este corto se ve como los funcionarios, en su intento de solucionar los conflictos que ocurren entre las personas wayuu, entorpecen mas las relaciones entre estos, ya que desplazan la cosmovisión indígena en cuanto a solucionar conflictos familiares. En este video documental, se puede apreciar a una mujer contando una historia entre lengua wuayuunaiki y español, pero en uno de los segundos que habla únicamente en castellano, intenta explicar que su hijo se asustó tanto de recibir un ataque que su alma salió de su cuerpo, esto último lo explica en lengua wuayuunaiki, ya que no puede traducir ese sentimiento del desprendimiento del alma al cuerpo que tiene la cultura wayuu en lengua española. Por eso, la utilización de la lengua, tanto en el día a día como a la hora de contar historias, depende mucho del contexto. Pero sí, los jóvenes de la escuela intentan siempre involucrar sus trabajos lo máximo posible dentro de la cultura wayuu y para el pueblo wayuu.

«Muchos no hablantes empiezan en la escuela a decir sus primeras palabras, a tener más interés, a ver la necesidad de hablar wayuunaiki para contar la realidad del pueblo, pues las autoridades y los protagonistas con los que trabajamos hablan solo esta lengua»

¿Qué diferencia hay entre la visión de los trabajos realizados por los alijuna y los que se pueden encontrar en vuestra red?

— Una de las diferencias principales es nuestra finalidad. Nuestro público final son los propios wayuu, que los cortos se puedan visualizar en nuestras comunidades. Nosotros llevamos nuestras pantallas, nuestras plantas y proyectamos nuestros cortos en los pueblos, porque, ¿quién mejor que el mismo pueblo wayuu puede ver y reflexionar sobre su realidad? Que sean ellos quienes conozcan su verdad, esa es nuestra finalidad. Luego que se fortalezca en festivales en el extranjero, pues está bien, pero primero las comunidades. Otro de los problemas del alijuna es que muchos vienen, graban, hacen sus trabajos y luego se van. Utilizan nuestra cultura y luego nunca devuelven el material. Las personas no se ven nunca en las pantallas, no saben cuál fue el resultado de las entrevistas. Ellos se sienten engañados, piensan: “Les di café, les di comida y no he sabido nunca nada más”. Nosotros nos preocupamos para que esto regrese y sean ellos quienes las puedan ver y reflexionar sobre ellas, para mejorarse, para realizarse. Nuestra misión es reflexionar como nos vemos en las pantallas. Quién cuenta y cómo nuestras historias, y cómo nosotros nos gustaría vernos reflejados. La importancia de cómo se cuente nuestra realidad en una película es realmente importante, porque nos identifica. Mostrar la esencia de un pueblo es complicado, nosotros también, como realizadores, nos planteamos muchas veces si estamos mostrando lo que necesita el pueblo que se muestre. Que cosas se deben o no mostrar a nivel audiovisual, qué dejar en la intimidad del pueblo, hasta qué punto podemos ser permisivos con nuestra cultura, son reflexiones importantes.  Nosotros trabajamos para nosotros, para conocer nuestra historia y para contarla desde nuestra visión como pueblo wayuu.

 

 

Enlaces relacionados:

Notiwayuu, noticiario wayuu: http://notiwayuu.blogspot.com/

Wayuunaiki periódico indígena: http://wayuunaikiperiodicoindigena.blogspot.com/

Escuela de Comunicaciones del Pueblo wayuu: http://escuelacomunicacioneswayuu.blogspot.com/

Canal de Youtube: https://www.youtube.com/channel/UCeDe4_ICQF5_yAbPN435qRg

Radio Fe y Gloria: http://www.radiofeyalegrianoticias.net/sitio/category/red-indigena/

 

 

 

La radio de la selva peruana

La radio de la selva peruana

EL VIAJE

La radio de la selva peruana

Idoia Olaizola

Radio Ucamara no es una radio al uso. Nació gracias a la ilusión de gente kukama que, aunque sin experiencia, querían contar lo que otros medios no hacían. Y por ello recibió grandes críticas de la población. La competencia también se burlaba de ellos. Decían: “Lo que hacen en Radio Ucamara no es comunicación”. Y sus trabajadores asienten orgullosos, su trabajo no es comunicación, es más que comunicación. No solamente informan; acompañan, investigan y dan voz a los sectores que nunca son escuchados.

En la ribera izquierda del río Marañón, a ocho horas en barco de Iquitos, se encuentra Nauta. Bulliciosa y calurosa, cuando uno camina por sus calles, pronto se da cuenta de la presencia indígena en la ciudad. Fue fundada en 1830 por Manuel Pacaya, un cacique kukama. Sin embargo, sus habitantes durante muchos años no han querido reconocerse como tales. La industria del caucho, la industria petrolera o la interferencia en la educación, trajo consigo discriminación y marginación. Muchos escondieron sus rasgos y sus raíces, y dejaron de querer ser.

Entrada a radio Ucamara, referente para el pueblo kukama

Fotografía de Idoia Olaizola

Ante este clima de negación identitaria surge radio Ucamara. Aunque la radio inicia en Nauta en 1992 como filial de Radio la Voz de la Selva, repitiendo los programas que se emitían en Iquitos, en 2006 aparece Radio Ucamara como tal. El nombre proviene de las iniciales de los dos principales ríos, cuya unión forma el río Amazonas, el río Marañón y el Ucayali. Es entonces cuando se inicia una nueva era. Ahora se toma en cuenta a la propia población, y aunque con un equipo novato, se empiezan a crear los primeros programas, en los que la población kukama es la protagonista. El objetivo principal de la radio es tener un nuevo punto de vista y otra manera de informar sobre los problemas que vive la población del bajo Marañón. En los inicios, el equipo era netamente femenino, y aún hoy en día la mayoría de las trabajadoras son mujeres, lo que aporta esa mirada distinta a la radio. Mary Tello lleva más de diez años trabajando en la radio y así recuerda los inicios: “El director de aquel entonces vio que la gran mayoría de los programas de los medios de comunicación aquí en Nauta eran dirigidos por varones, y él decía que la línea editorial tenía que ser hecha por mujeres y apostó por mujeres”.

El petróleo que tiñe de muerte

Las cuencas de los ríos del territorio kukama están siendo contaminadas por la industria petrolera. Los constantes derrames provocan mucho dolor en la población. No solo contaminan el agua, contaminan la tierra que cultivan, los peces de los que se alimentan, contaminan la vida misma. Por eso uno de los objetivos de la radio es concienciar sobre el medio ambiente. Así lo explica Rita Muñoz conductora del programa “Mirando por otra ventana”.

—Nauta es una zona muy extensa. La distancia a veces no permite visitar los lugares in situ, entonces a través de la radio mucha gente se comunica. En el programa presento un tema que sé que es de interés no solo para nauta sino también para las comunidades. Más para las comunidades porque son las que sienten en carne propia lo que está ocurriendo por los diferentes proyectos que se llevan a cabo desde el estado. La gente participa y participa diciendo qué es lo que está pasando con ese proyecto que se está ejecutando, y si todavía no se ha ejecutado dicen qué es lo que va a pasar con nosotros que vivimos acá. No solamente se habla de los problemas, sino de la vivencia de la comunidad, la cultura, los momentos felices, los momentos dolorosos. Cuando ocurren por ejemplo los derrames de petróleo que son constantes en nuestra zona, son momentos dolorosos en los que la radio acompaña en ese proceso.

Rita en la sala de grabación de la radio

Fotografía de Idoia Olaizola

Mary añade:

—Cómo no sentir esos grandes impactos que siente nuestra gente si nosotros también pertenecemos a ese pueblo. Dependemos mucho de lo que nos provee la naturaleza, de lo que nos regala a la población. Para nosotros es fundamental inculcar el amor que siempre han tenido los pueblos indígenas hacia la naturaleza y esa concordancia que ha habido.

La identidad cultural como valor a preservar

Otro de los ejes primordiales de la radio es trabajar la identidad cultural. Conseguir que la gente vuelva a sentirse orgullosa de ser kukama. Por ello se empiezan a hacer programas totalmente en el idioma kukama.

—Al principio hubo un rechazo porque la gente decía: “¿De qué me sirve aprender la lengua materna?”, “¿Por qué no aprendemos el inglés u otra lengua?”, “Pero hablar kukama es como retroceder”. Mucha gente pensaba así, y por eso había un rechazo enorme —explica Mary.

Los propios trabajadores de la radio tuvieron que hacer un trabajo de reflexión. Vivir y trabajar en un clima de rechazo hacia lo propio, remando a contracorriente no es fácil. Las contradicciones surgen a diario y permanecer fiel a las convicciones, en ocasiones se torna complicado.

—Creo que los que trabajamos en esta radio hemos entrado en ese proceso y a raíz de eso, mucha gente se ha ido. Quedamos los que quedamos —explica Rita—. De alguna manera somos conscientes del trabajo que tenemos que hacer. Hemos empezado primero por conocernos a nosotros mismos, reconocernos y decir en cualquier momento yo soy kukama e indígena. Mis abuelos y padres han nacido en un pueblo kukama, llevan la sangre kukama y por lo tanto voy a tratar este tema.

«Porque si no tienes identidad ¿quién eres?»

Los encargados de conducir los programas en kukama son los abuelos, la última generación de kukama hablantes. En sus programas explican sus conocimientos, discuten sobre las problemáticas de la población y abren camino a que la gente vuelva a valorar lo propio.

Pero radio Ucamara no es una radio convencional, por lo que decidieron que la comunicación no solamente se debía hacer a través de las ondas radiales. Tenían que desenterrar el corazón kukama de los habitantes, sepultado bajo años de discriminación y vergüenza y tenían que hacerlo de forma silenciosa, casi invisible.

Es entonces cuando apareció la escuela Ikuari, llevada por los mismos mayores que participaban en los programas de radio.

—En el tema de la identidad hemos trabajado mucho la revitalización de la lengua materna a través de varios formatos, como por ejemplo la escuela Ikuari. Es un espacio dirigido a niños donde la última generación de kukama hablantes, los abuelos, enseñan el idioma materno. Y no sólo enseñan el idioma, sino que en esas clases los maestros, a través de los cuentos y de las canciones, también transmiten conocimientos propios donde enseñan la importancia de la naturaleza.

La música abre fronteras

Los niños estaban motivados, la gente en la calle empezaba a romper los prejuicios contra sí mismos, pero la identidad kukama necesitaba un impulso para acabar de despegar. Ahí surgió la idea de fusionar lo tradicional con lo moderno, y que fueran los niños los protagonistas de la lengua. Fruto de esa idea se crea el videoclip de rap Kumbarikira, en el que el mensaje era “lo bonito que es nuestro idioma kukama y lo bonito que es reconocerse como tales”.

—Todo el mundo, kukama o no, cantaba y rapeaba “soy kukama”. Quien no sabía la letra la tarareaba. Y cuando se colgó en internet se hizo más famoso fuera que acá. La gente empezó a decir yo también soy kukama y eso no lo escuchabas antes —explica Rita con orgullo.

El videoclip tuvo una gran acogida, y a partir de ahí la radio empezó a trabajar en contenido audiovisual, no solo videoclips sino también documentales y animaciones.

—En los documentales no solamente se habla de la identidad. También hay vídeos donde se comparten testimonios de la propia gente, bibliografías porque es importante revalorar lo que tiene la gente, el arte, la cultura, en todos los aspectos. Se hacen documentales en torno a eso, en torno a las implicancias que ha tenido el derrame de petróleo en la gente, la afectación que ha traído a la salud, a la cosmovisión, a la cultura, a la comida.

Las letras también son buenas aliadas

Ya yukun kakiri paranakuara, que en la traducción al castellano significa “Así es la vida dentro del río” es el final del primer relato “Karuara: la gente del río”, narrado por Ribelino Ricopa Alvis de la comunidad Santa Clara, y que forma parte de un libro que reza con el mismo nombre. El libro “Karuara: la gente del río”, impulsado por radio Ucamara junto con la editorial Quisca y la organización de mujeres trabajadoras kukama Wainakana Kamatawara kana, recoge mitos del pueblo indígena kukama sobre los ríos y su procedencia.

—Esta iniciativa nace en torno a conflictos que se han producido en nuestro pueblo por algunos proyectos de inversión y que responden a políticas de gobiernos. Hay un proyecto que se llama “Hidrovías amazónicas” que consiste en dragar los principales ríos —explica Mary—. Nosotros como indígenas tenemos ciertas concepciones en torno al río. La vida de los kukama gira en torno al río. Nosotros sin río no somos nada. No solamente porque nos provee la alimentación sino porque creemos que, igual que hay vida acá, también hay vida bajo el río. Entonces, cuando se piensa en ese proyecto, creemos que nos va a afectar grandemente en nuestra forma de vida, porque se van a alterar ciertas condiciones que provee el río.

Portada del libro Karuara, con ilustraciones de los niños kukama

Fotografía de Idoia Olaizola

Las comunidades se volcaron en la iniciativa. Los mayores compartieron sus relatos y su sabiduría. Los niños se encargaron de ilustrar los distintos cuentos. El resultado, traducido al inglés, al francés y al castellano, es un mágico libro que no solamente nos deja profundizar en la cultura kukama, sino que sirvió de apoyo para impulsar una consulta popular sobre la hidrovía.

—El abogado que hizo la argumentación de la demanda para la consulta previa se basó en el libro y en torno a lo que piensa la gente. Es la primera vez en la que un abogado pone los conocimientos que tiene la gente en un lenguaje jurídico —declara Rita.

Motivos para el optimismo

Tras más de diez años de trabajo en radio Ucamara, los resultados son visibles. La gente ya saluda en su lengua materna. A las personas ya no les da vergüenza decir que son kukama. El kukama ahora es alguien respetable, alguien que tiene un valor, tiene algo propio. Cada vez más gente se ha apuntado a clases de kukama, ya no es una lengua inútil.

—Preservar la lengua materna es importante —explica Rita —. Primero porque te da identidad. Porque tú temes decir quién soy y aquí lo puedes decir, de dónde eres. A diferencia de cuando alguien te pregunta y ni siquiera sabes tus orígenes. El tema de identidad es fuerte no solamente para los pueblos indígenas sino para todos. Porque si no tienes identidad ¿quién eres?