La tierra de los guajiros muertos
Jepira es extensa, y el núcleo turístico no deja de ser una pequeña parte un tanto alejada de la realidad que se vive en el lugar. El agua es un bien de lujo. Seis años sin llover son duros para cualquier cuerpo. Uribia es el pueblo más cercano, de allí llegan los tanques de agua con un coste demasiado elevado para muchas de las familias wayuu. Falta el agua, pero puedes comprarte una Coca-Cola en cualquiera de las tiendas de la localidad. Hay niños a los que les faltan productos básicos alimenticios, pero les sobran las galletas que los turistas les regalan cuando se juegan la vida a los costados de la carretera. El aislamiento de su tierra no es lo suficientemente largo para salirse de las garras del consumismo.
Algunos niños wayuu se han acostumbrado a la mendicidad. Arriesgan sus vidas acercándose a los coches para que estos les den galletas y dinero.
Uno de los factores que más influye sobre la subsistencia de una lengua es la profesion que desempeñen los integrantes de la comunidad, y como esta afecta a su estilo de vida. Algunas como la pesca, que son oficios wayuu ancestrales, siguen siendo pequeños núcleos donde la lengua wayuunaiki tiene gran presencia. Los nombres de las artes de pesca, de los peces o el estado de la mar. Los locales wayuu son quienes controlan este negocio en la localidad, desde los abuelos hasta los nietos. Otras prácticas vinculadas al mar, mucho más novedosas, también han llegado a Jepira. Este es el caso del kitesurf, donde el contacto con el cliente, la mayoría de ellos extranjeros, es directo. Esto hace que los monitores de esta práctica deportiva sientan la necesidad de saber inglés y español. Los hermanos Beto y Nelson, dos jóvenes wayuu que llevan una escuela de kitesurf en el pueblo, reconocen que las lenguas extranjeras son fundamentales para su negocio. pero ellos antes que kitesurfistas se sienten wayuu, conocen su lengua y la practican, aunque su estilo de vida les reduce a usarla únicamente en los ambientes familiares.
Pese esta corriente de nuevas tendencias que están llegando a Jepira, la comunidad lucha por mantener su tierra. Se ha creado una asociación de hosteleros wayuu. Su idea es mantener su cultura al mismo tiempo que crean nuevas fuentes de ingreso para la comunidad. Respetan tanto la arquitectura de la zona como la gastronomía, además de orientar las opciones de recreo de los turistas hacia las prácticas tradicionales, o bien a conocer la historia del lugar, para que estos no se vayan de Jepira sin haber conocido el mayor tesoro de esta zona de la Guajira, la cultura Wayuu. Incluso, algunos de estos establecimientos ofrecen la oportunidad de una sesión documental donde se explica a los visitantes, mediante cortos documentales, la realidad del pueblo wayuu, desde su cosmovisión hasta la crisis humanitaria que se vive en ciertas áreas. Hoy ningún extranjero tiene posibilidad de emprender un negocio en el suculento Cabo de la Vela gracias a esta iniciativa.