Arranca el Proyecto Wakaya

Arranca el Proyecto Wakaya

EL VIAJE

¡Arranca el Proyecto Wakaya!

Emprendemos un viaje a través de las lenguas originarias de América Latina para conocer y documentar la cosmogonía de los pueblos mediante sus tradiciones y leyendas, la interpretación de su entorno en sus palabras y la lucha por mantener viva su identidad a través de sus proyectos locales.
 
Cruzaremos el continente con la intención de crear un documental interactivo donde se reflejen todas las lenguas y pueblos que sean parte de nuestra ruta. Durante la producción, nos acompañará el blog donde «El Viaje», a través de personas, lugares y lenguas, contará historias y nuestras experiencias, y donde «Fuera de Ruta» será un espacio para colaboraciones y otras lenguas del mundo.
 
Ahora nos encontramos en nuestra primera parada, Ciudad de México, donde la presencia indígena – más allá de los bailes y rituales que se rinden al turismo – aún está en los rostros, en las telas y en los corazones de un pueblo que no ha puesto fin a la revolución.
 
Os dejamos un breve vídeo de los primeros días.
 
¡Esto sólo es el principio!
 
¡Únete a nuestro viaje Wakaya!

Intérpretes: el nexo entre lengua y cultura

Intérpretes: el nexo entre lengua y cultura

FUERA DE RUTA

Intérpretes: el nexo entre lengua y cultura

Alejandro González Amador

La relación entre cultura y lengua es un debate que, a pesar de ser un tema muy manido, no deja de estar vigente en cualquier época. Ambas siempre han ido de la mano y tienen una relación ancestral. Ya reflexionaba sobre ello, por ejemplo, el indio Bhartrihari en el siglo VI d. C. No obstante, existe un eterna lucha sobre si es el idioma el que influye en una cultura y la hace progresar o si es esta última la que define y moldea una de nuestras herramientas de comunicación más importantes. Prueba de esto es que en todos los idiomas del mundo no solo basta con saber expresarse gramatical o idiomáticamente, sino que el contexto es igual de primordial. Por tanto, la importancia de la cultura en el lenguaje es fundamental. El estudio de la misma lo lleva a cabo una disciplina llamada etnolingüística.

En el intento de buscar una definición y una delimitación de conceptos, Manuel Casado Velarde afirma que «es importante distinguir si el punto de partida es el lenguaje o la cultura, es decir, si se trata de la interpretación cultural de una lengua o de la expresión idiomática de una cultura». De ahí que establezca la distinción en el seno de la etnolingüística entre lingüística etnográfica —estudio de los hechos lingüísticos en cuanto determinados por los saberes acerca de las cosas, o lo que es lo mismo, por la cultura— y etnografía lingüística —estudio de la cultura, de los saberes acerca de las cosas, en cuanto manifestada por el lenguaje—.

Malintzín interpertando para Hernán Cortés ante Moctezuma II
Fotografía por unknown Tlaxcalan artists [Public domain], via Wikimedia CommonsUnsplash

El hispanista argentino Germán Fernández Gizzetti considera que el precursor o padre de la etnolingüística es W. Von Humboldt, especialmente por la contribución que supone su trabajo póstumo Sobre la diversidad de estructura del lenguaje humano y su influencia en la evolución espiritual de la humanidad. Ahora bien, para muchos otros lengua y cultura podrían definirse como el mismo ente. Según Conrad Phillip Kottak, la cultura tiene unas características que igualmente podrían servir para definir a una lengua: Lo abarca todo, es general y específica a la vez, se aprende (por transmisión), es simbólica, se adapta y mal-adapta, somete a la naturaleza, se comparte, tiene pautas y se usa creativamente.

Todos estas corrientes y conceptos nos llevan a hablar de la hipótesis de Sapir-Whorf. Esta establece una relación entre las categorías gramaticales del lenguaje que una persona habla y la forma en la que esta entiende y conceptualiza el mundo. Edward Sapir llegó a creer que el lenguaje no era un mero reflejo de la cultura, sino que el lenguaje y el pensamiento podían tener una relación de mutua influencia e incluso de determinación. Benjamin Lee Whorf, su discípulo, le dio todavía más precisión a esta idea al examinar los mecanismos gramaticales concretos a través de los que el pensamiento influía en el lenguaje.

Hoy en día, el relativismo lingüístico, en el que se encuadra la teoría de Sapir-Whorf, es criticado por autores como Noam Chomsky (que se opone con su innatismo a esta teoría) o Xavier Zabaltza, y la comunidad se inclina más por una aproximación a ciertos conceptos y a una rama más débil de la hipótesis. Muchas de las críticas se basan en que muchos de los ejemplos que habían utilizado para basar su teoría partían de asunciones erróneas sobre el uso de la lengua por los diferentes pueblos que habían analizado. Otra de ellas, y una prueba del error que se le presupone, es que los traductores son capaces de trasladar significados de un idioma a otro, por lo que la lengua no determina la forma en la que pensamos y sería más exacto defender que esta influye en el pensamiento.

Cuando dos pueblos con diferentes lenguas entran en contacto y sus individuos quieren entablar comunicación es necesario que emerja una figura que sea el puente entre todas las partes: el intérprete —o traductor si hablamos del medio escrito—. Estos nos solo deben ser transmisores de los distintos códigos lingüísticos, sino que en la mayoría de ocasiones deben saber traspasar toda la carga cultural que acompaña al mensaje oral. Pues, como hemos dicho (o más bien, como Kottak dice), lengua y cultura van de la mano. En Latinoamérica esta figura siempre estuvo muy presente en el mal llamado descubrimiento y posterior «conquista», empezando por los frailes franciscanos y siguiendo por los nativos que estos educaron y acabaron por suplirlos en tal tarea. El desconocimiento de que cultura y lengua son inseparables hizo que el proceso de colonización fracasara inicialmente y que solo comenzase realmente al admitir que no se trataba de la simple enseñanza y traducción de la lengua, sino de la mutua transmisión de las culturas —aunque no fuese con resultados beneficiosos para ambas partes—.

Esta breve reflexión no pretende más que dar unas pinceladas para acrecentar el interés sobre estas dos ramas de conocimiento que, de manera consciente o inconsciente, siempre serán transversales a cualquier actividad que desarrollemos. Especialmente para difundir la importancia de la riqueza de la diversidad lingüística y cultural para el planeta y, ayudar así, a promover actitudes y políticas diferentes a las actuales que van hacia la imposición de unos estándares culturales y supremacías lingüísticas que nos abocan a la muerte de lenguas y culturas.

Euskera, la lengua de Mari

Euskera, la lengua de Mari

FUERA DE RUTA

Euskera, la lengua de Mari

 Joseba Urruty

El euskera, la lengua del pueblo vasco, es una de las más antiguas de Europa, tanto que todavía no posee un origen conocido.

La voz de tres personajes narran la evolución de esta lengua a través de sus propias vivencias.

Desmontando el racismo lingüístico

Desmontando el racismo lingüístico

FUERA DE RUTA

Desmontando la discriminación lingüística     

 Alejandra Gayol
Ir a contracorriente. Desintegrar los pretextos de los colonizadores. Desenmascarar a los imperialismo lingüísticos y a sus estrategias.  Una lucha por la igualdad de las lenguas y un guerrero, el lingüísta Juan Carlos Moreno. Sus armas son los libros y las conferencias su campo de batalla. Su misión es la de hacer comprender al mundo uno de los descubrimientos más importantes de la lingüística contemporánea: la constatación de que todas las lenguas humanas conocidas, pasadas y presentes, tienen un grado de desarrollo similar, y que tras la discriminación linguística solo existe un culpable: el poder económico y político.
Alejandra: Nos educan en una jerarquía lingüística, donde existen lenguas más y menos útiles, más fáciles o más difíciles, más ricas y más pobres, más y menos complejas, más cultas y más elementales. En definitiva, vivimos en un mundo donde existen lenguas con y sin prestigio. ¿Es una realidad que hay lenguas más adaptables que otras para su uso internacional, o más preparadas o completas para su uso en ámbitos como la literatura o la ciencia?

Juan Carlos: No, en absoluto. La internacionalidad o la capacidad para hacer literatura o ciencia no está en las lenguas sino en las comunidades que las usan. Hay que tener en cuenta, además, que las lenguas no son objetos o instrumentos sino conjuntos de comportamientos comunicativos con los que se pueden hacer múltiples cosas. En ningún modo esos comportamientos limitan o restringen las posibilidades de los seres humanos: al revés, las potencian y las hacen más ricas y flexibles. El inglés no se usa en muchos ámbitos porque es una lengua internacional. Es al revés, el inglés es lengua internacional porque se usa, muchas veces, de modo obligatorio y obligado, en las comunicaciones internacionales. Por tanto, no es una propiedad de la lengua sino de las comunidades que la usan. La gente olvida que el fulaní (en Africa occidental), el swahili (en África oriental), el euskera, el gallego-portugués o el catalán son lenguas también de uso internacional, no solo lo es el español o el inglés.

A.: En tu último libro mencionas que tras la diversidad de las lenguas se esconden los mismos principios básicos, los mismos mecanismos gramaticales, los mismos procesos estructurales, los mismos objetivos comunicativos, expresivos o imperativos. Si es así ¿Qué factores han corrompido la dignidad e igualdad de las lenguas provocando que muchas originarias cada vez se vean más acorraladas y sustituidas por las dominantes?

J.C.: Hay que distinguir dos cosas. A lo que se hace referencia en la primera parte de la pregunta, que es exactamente tal cual se dice en ella y la segunda parte, que no tiene que ver con los mecanismos del comportamiento lingüístico, sino con las experiencias sufridas por muchas comunidades lingüísticas que han caído bajo el dominio de otras que les han impuesto su lengua y su cultura. Lo primero es un aspecto que podríamos denominar interno y que tiene que ver con las características propias de las lenguas naturales como manifestaciones de la facultad humana del lenguaje. El segundo aspecto tiene que ver con la sociología de las lenguas, más concretamente, con la promoción o marginación de las comunidades lingüísticas dentro de unas coordenadas históricas determinadas.

Juan Carlos Moreno Cabrera, catedrático de Lingüistica General en la Universidad Autónoma de Madrid, ha centrado su trabajo como investigador en la diversidad lingüística del mundo. Es autor de dieciséis libros, entre los que destaca «la dignidad e igualdad de las lenguas», donde hace una profunda crítica de la discriminación lingüística.
A.: También dedicas un capítulo a la diferencia entre lengua y dialecto, donde explicas que las diferencias que comúnmente se conciben entre estos dos conceptos son extralingüísticos ¿Cuáles son estas diferencias?

J.C.: Es una distinción social y política y no lingüística. Normalmente, en este ámbito, el concepto de lengua se utiliza para hacer referencia a un tipo de entidad culturalmente desarrollada, que denomino lengua cultivada, y que más que una lengua constituye una especie de modelo o esquema de lengua que sirve para establecer una evaluación de los comportamientos lingüísticos. Aquellos que más se acerquen a ese modelo serán prestigiados y prestigiosos y los que más se aparten de él serán desprestigiados y marginados. Es una aplicación en el ámbito lingüística de las relaciones de poder entre clases sociales o sectores de clases sociales. De esta manera los dialectos andaluces se diferencian más del español estándar que los dialectos castellanos. Como la lengua estándar oficial se fundamenta en éstos últimos se llega a la absurda idea de que los andaluces hablan un dialecto de la lengua que hablan los castellanos. Es falso; ambos hablan dialectos o, si se quiere, una variedad lingüística concreta.

El inglés no se usa en muchos ámbitos porque es una lengua internacional. Es al revés, el inglés es lengua internacional porque se usa, muchas veces, de modo obligatorio y obligado, en las comunicaciones internacionales. Por tanto, no es una propiedad de la lengua sino de las comunidades que la usan.
A.: Uno de los problemas que se cuestionan a la hora de oficializar una lengua, en un ámbito geográfico concreto, es qué variante debería ser la elegida como oficial o cómo construir una lengua oficial que reúna aspectos en común. ¿Es necesaria una estandarización para poder conservar una o varias lenguas?

J.C.: La estandarización no es necesaria para conservar una lengua amenazada, de hecho, puede ser perjudicial esta se realiza con el propósito de marginar determinadas variedades. Ahora bien, si existe ya una lengua dominante estandarizada distinta de la nativa en una comunidad, entonces es necesario contraponer ésta a un modelo de lengua estándar nativo para poder actuar con las mismas armas. Aunque para que esto tenga efecto sería deseable o necesario que esa lengua estándar dominante desapareciera como lengua oficial (no estoy diciendo que deje ser utilizada o que se prohíba en la comunidad) y fuera sustituida por la nueva lengua estándar en la comunidad, pero solo para efectos burocráticos o del Estado sin que se pretenda eliminar o marginar los dialectos locales, que son las auténticas lenguas.

A.: El sesquilingüísmo, aunque no es una palabra con la que estemos familiarizados, sí que es un recurso muy común en la comunicación entre dos personas de diferente procedencia, y ha sido el método utilizado en las relaciones comerciales y sociales entre navegantes y mercaderes en épocas pasadas. ¿Consideras que ese «bilingüismo analítico» sería un buen arma para frenar los imperialismos lingüísticos al mismo tiempo que nos ayudaría a comprender muchas más lenguas?

J.C.: Sin duda. Los seres humanos nacemos con la capacidad de poder entender otras formas lingüísticas distintas de las nuestras. El imperialismo lingüístico nos ha convencido de que para poder prosperar es necesario utilizar una única lengua (la del Imperio, sea el inglés o el español). Para convencernos de esto, nos inculca de modo insistente que no podemos comprender otras lenguas intentando así cercenar nuestra capacidad natural de intercomprensión lingüística, no solo entre variedades cercanas entre sí, sino entre lenguas emparentadas genéticamente entre sí.

A.: En un mundo globalizado como el que vivimos, ¿crees que es necesario un idioma universal o hay otras alternativas? Y en este caso, ¿debería mantenerse el inglés como tal, o es posible frenar esta colonización lingüística masiva?

J.C.: La idea del idioma universal es un mito que se proyecta en el pasado: en su origen toda la humanidad tenía una sola lengua; o en el futuro: con el progreso la humanidad está abocada a tener una única lengua. Los imperialismos aprovechan esta segunda vertiente del mito para convencernos de que esa lengua global de la humanidad ya existe: el inglés. Pero lo cierto es que, si miramos lo que habla la gente en el mundo veremos que la inmensa mayoría del mundo no se expresa en inglés. Basta conocer la realidad lingüística del planeta para darse cuenta de esto. Por ello el conocimiento de esa realidad, deformada por la idea de que el inglés es una lengua global, es uno de los instrumentos que podemos utilizar para contrarrestar el lavado de cerebro al que diariamente somos sometidos.

A.: Por mucho que estudiemos una segunda lengua o convivamos con esta durante muchos años, ¿es posible llegar a dominarla al igual que dominamos nuestra lengua nativa? ¿Puede una persona llegar a sustituir completamente la lengua en la que ha expresado siempre sus sentimientos de una forma natural por otra?

J.C.: Como decía Bloomfield, nunca estaremos tan confiados con una lengua diferente a la hora de hablar como lo estamos con aquella que adquirimos en nuestra infancia. No se trata tanto de dominar o no dominar sino de esa confianza, soltura y seguridad que da hablar nuestra lengua nativa o nuestras lenguas nativas, aquella o aquellas en las que hemos crecido y con ayuda de las cuales hemos conformado nuestra personalidad social y cultural.

Como decía Bloomfield, nunca estaremos tan confiados a la hora de hablar con una lengua diferente como lo estamos con aquella que adquirimos en nuestra infancia
A.: Muchas veces escuchamos que alguien habla mal, de forma vulgar, o que algo está mal dicho cuando escuchamos algunas palabras o expresiones que forman parte, de una forma natural y habitual, de la jerga de una comunidad. ¿No es normal que una lengua viva se acabe adaptando a las necesidades y evoluciones naturales de un pueblo en lugar de un pueblo adaptarse a las normas de lo que tu denominas como «lengua cultivada»?

J.C.: Estoy completamente de acuerdo con el pensamiento que hay detrás de esta pregunta. Puedo apostillar que las lenguas cultivadas son adaptaciones culturales de las lenguas naturales, pero éstas tienen un sustrato biológico del que carecen aquellas y cuando van en contra de ese sustrato, entonces la adaptación a los requisitos de las lenguas cultivadas es imposible o disfuncional. Por ejemplo, las lenguas cultivadas carecen de las dos propiedades biológicas fundamentales de las lenguas naturales: adquisición espontánea en la infancia y variación espontánea adaptativa. La única forma de aprender a usar efectivamente y espontáneamente algunas lenguas cultivadas como las lenguas estándar es naturalizándolas: eliminando o contrarrestando esas dos propiedades mencionadas.

A.: ¿Cuáles son, según tu criterio, las principales causas del homicidio lingüístico que hoy se vive en todo el mundo? ¿Hay conciencia sobre esto?

J.C.: La causa principal es el imperialismo económico, cultural y lingüístico heredero del colonialismo de los siglos pasados. Uno de los postulados esenciales del estudio del imperialismo es que el imperialismo siempre genera una reacción de resistencia. Lo fundamental es que esa reacción adquiera una fuerza cualitativa suficiente.

La causa principal del homicidio lingüístico que hoy se vive en el mundo es el imperialismo económico, cultural y lingüístico heredero del colonialismo de los siglos pasados.
A.: ¿Puede un pueblo abandonar y olvidar su lengua sin vulnerar ni perder su cosmovisión, su tradición y sin traicionar su identidad?

J.C.: Rotundamente, no. Hay que recordar que prácticamente nunca abandona un pueblo su lengua por deseo propio. Es posible que muchas personas en España deseen abandonar el español y el catalán y hablar exclusivamente en inglés, pero de hecho no lo pueden hacer, ni podrán hacerlo. Solo lo acabarían haciendo si se prohíbe violentamente hablar castellano o catalán, si se obliga por la violencia física o psíquica, a expresarse en inglés. Aunque esto, afortunadamente, tampoco lo garantiza.

Profanación: las mujeres de la guerra guatemalteca

Profanación: las mujeres de la guerra guatemalteca

FUERA DE RUTA

Profanación -Muxuk Maya Q’eqchí

 Idoia Olaizola
Tu país lleva en guerra 20 años. Hombres de tu comunidad son detenidos y desaparecidos. Junto a ellos, luchas por el derecho a recuperar las tierras que históricamente vuestro pueblo ha habitado. Tú y otras mujeres de la comunidad sois forzadas a trabajar durante meses en la base militar que se ha establecido en el pueblo, limpiando y cocinando para los soldados que de manera regular os violan. En muchas ocasiones frente a vuestros maridos e hijos. Cuando la pesadilla termina, tu comunidad te rechaza y te culpa de la violencia que has sufrido. No solamente has sido profanada, sino que tu propia comunidad te estigmatiza y expulsa de su entorno.
La guerra civil en Guatemala estalló en 1960, en el marco de la guerra fría, y continuó hasta 1996, año en que se firmó el alto al fuego con los Acuerdos de Paz de Guatemala. En ella murieron cerca de 200000 personas, de las que, según el informe de la Comisión de Esclarecimiento Histórico, un 83% eran de origen maya. La violación durante la guerra en Guatemala fue un acto generalizado que llevaron a cabo de forma sistemática militares y agentes del estado, fruto de una estrategia de contrainsurgencia para frenar la lucha campesina. Del número total de mujeres agredidas, un 80% fueron indígenas.
Campesinos guatemaltecos

Fotografía por
Steve Richards

En la comunidad Sepur Zarco, al noreste del país, entre los años 1982 y 1988 se estableció una base militar que funcionó como centro de recreación y descanso de las tropas. A su cargo se encontraba el coronel Esteelmer Francisco Reyes Girón. En la aldea habitaba el pueblo Q’eqchí, que luchaba por recuperar la propiedad de las tierras que llevaban habitando y trabajando durante años. Pero la llegada de los militares trajo la violencia. Las desapariciones y los asesinatos comenzaron a sucederse, y al menos quince mujeres fueron esclavizadas y sufrieron abusos sexuales. Algunas familias consiguieron escapar a las montañas, pero muchos, principalmente niños, murieron de inanición. En declaraciones recogidas en el periódico Diagonal, diversas mujeres relatan su historia.
«No me acuerdo cuántos me violaron porque quedé desmayada. Quedé muy dañada de mi cuerpo, sangraba mucho»
Mujer ataviada con perraje
Fotografía por Cristina Chiquin
Más de 30 años después, reúnes el valor para denunciar lo ocurrido. Junto con otras mujeres de tu comunidad acudes al tribunal a testificar. Cubierta por un perraje, llega la hora de declarar. Te enfrentas a los causantes de tanto dolor, pero en tu lengua no existe una palabra para violación. La palabra más cercana es “Muxuk”, profanación. Es la que utilizas. Otras mujeres usan “Maak’al chik inloq’a”, que se traduce como “me quedé sin respeto/sin dignidad”. Las palabras explican el mundo y definen la manera en la que lo entendemos. Por eso es importante que las lenguas permanezcan. Con su pérdida no solamente desaparece el acervo de un pueblo sino una manera de construir el mundo.

Para conseguir su objetivo, las mujeres indígenas tuvieron que agruparse y animarse a hablar. En 2009, tres organizaciones  (UNAMG, ECAP y MTM) se unieron para formar la “Alianza rompiendo el silencio y la impunidad”, un espacio de acompañamiento a las víctimas en el ámbito penal. Tras años de trabajo recogiendo testimonios, haciendo labores de educación en las comunidades y apoyando a las mujeres indígenas, consiguieron llevar a las cortes el caso de Sepur Zarco. 

En 2011 se abre el juicio oral. Quince mujeres acuden a testificar ataviadas con un perraje, una colorida manta de algodón con motivos típicos de la comunidad. Ocultan su rostro por miedo a represalias. Escuchan los testimonios de los dos principales acusados mientras mujeres de su comunidad lo traducen a lengua q’eqchí. Llega la hora de declarar, y a pesar de los problemas lingüísticos, por primera vez las mujeres q’eqchí son escuchadas. 

Mujeres indígenas acuden a una de las audiencias en solidaridad con las mujeres de Sepur Zarco. Mujeres Transformando el Mundo
Fotografía por Trocaire

La antropóloga argentina Rita Segato, una de las principales impulsoras de la demanda comenta en una entrevista en Página 12: “Es evidente que la violencia no pasa de los hogares campesino-indígenas a la guerra, como ha sido, en general, la lectura eurocéntrica y en especial de la cooperación española. Y sí, en cambio, de la guerra a los hogares. Al punto que no existe en lengua maya q’eqchí, y en general en las lenguas mayas, ninguna palabra para “violación”. Por eso quedé perpleja cuando mi tesis fue respaldada por el peritaje lingüístico. Cuando las mujeres empezaron a contar lo que les había sucedido no tenían léxico, no tenían en su lengua ningún término para el acto de violación, y la palabra que usaron, lo más próximo que encontraron es la palabra maya para “profanación”.

Y se hizo justicia. En febrero de 2016 el coronel Esteelmer Francisco Reyes Girón y el excomisionado militar Heriberto Valdez Asij fueron declarados culpables y condenados a 120 y 240 años de prisión respectivamente.  El caso Sepur Zarco, ha sentado precedentes ya que es la primera vez que en Guatemala se ha juzgado un caso de violencia sexual durante un conflicto armado. A su vez, es la primera vez que la esclavitud sexual se ha llevado a juicio en el mismo país donde fue cometido.

Para que el triunfo perdure la sentencia será traducida a las 24 lenguas mayenses y la lucha de las mujeres de Sepur Zarco se reflejará en libros escolares, documentales y monumentos. Sin embargo aún queda mucho por hacer. Guatemala sigue ostentando la tercera tasa de feminicidio más alta del mundo por detrás de El Salvador y Jamaica. El camino es largo, pero en el futuro conseguiremos que ninguna mujer más sea profanada.